Su Excelencia Mons. Jorge Solorzano Pérez, Obispo de Granada, reflexionó en su homilía de este domingo que: “La especulación de adjudicar cosas que se presentan como de Dios, cuando responden a intereses humanos, de clases, es todo un reto para discernir la cuestión que se plantea en el evangelio. Esta es una constante cuando la religión no es bien comprendida. Jesús  lo deja muy claro «-Lo que mancha es lo que sale de un corazón pervertido y egoísta– La verdadera religión nace de un corazón abierto y misericordioso con todos los hermanos”, aseguró.

El Prelado refirió que en el santo  Evangelio encontramos la escena de un fuerte debate entre Jesús y los fariseos “El punto neurálgico es la coherencia entre lo que dicen y hacen, entre la fe que profesan y el estilo de vida que llevan. Los fariseos expresaban su religiosidad a través del cumplimiento externo de las normas, para ellos lo más importante era cumplir las formalidades externas y en eso eran muy exigentes; sin embargo, descuidaban lo que era más importante, es decir, la conversión del corazón y la adhesión a Dios que debía expresarse en unos valores éticos de justicia y solidaridad”, puntualizó.

“Son  muchos los factores que amenazan a esa tierna semilla, a esa palabra plantada en nuestro interior. Cuando hablamos de proteger, cuidar y alimentar esa Palabra plantada en nuestro interior, lo primero es una adecuada educación en los valores éticos y religiosos, crea un ecosistema que permite que la semilla se desarrolle, que esa palabra sembrada se convierta en árbol robusto”.

En este orden, el eclesiástico dijo que “Jesús los denuncia, sin contemplaciones, les dice  –Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a las tradiciones de los hombres -. La auténtica fe en Dios exige una coherencia entre lo que confesamos con los labios y el estilo de vida que llevamos. Lo importante no es aparentar cumplir, sino expresar la fidelidad a Dios a través del testimonio de una vida coherente con los valores del Evangelio”

Al referirse a la lectura de la carta del Apóstol Santiago, dijo que “La Palabra que ha sido sembrada en nosotros, nos haga tomar conciencia de la vida divina que ilumina nuestro interior, tesoro incalculable que guardamos en el vaso frágil de nuestra libertad caprichosa”, animó el obispo.

“Esta palabra sembrada, esa vida divina que nos ha sido comunicada debe ser protegida, cuidada y alimentada a través de la educación de una vida espiritual consistente y debe expresarse coherentemente en nuestras acciones de manera que demos testimonio del Reino de Dios”

 

“Los mandamientos de Dios hay que amarlos porque los verdaderos mandamientos de Dios son los que liberan nuestras conciencias oprimidas, pero toda religión que no lleva consigo una dimensión de felicidad liberadora, de equilibrio, no podrá prevalecer.  Si la religión, de alguna manera, nos ofrece una imagen de Dios y si en ella no aparece el Dios salvador, entonces los hombres no podrán buscar a ese Dios con todo el corazón”

 

“Las palabras del Apóstol Santiago en la Segunda Lectura que resuenan con particular autenticidad y que nos sirven de hilo conductor para este domingo. Dice el Apóstol: «-Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos, pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos«, sostuvo.

El obispo de Granada manifestó que “Es muy sugerente esta expresión de la palabra que ha sido sembrada en nosotros. Esta imagen, inmediatamente nos recuerda que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios; es decir, llevamos una chispa de divinidad que se convierte en luz esplendorosa al convertirnos en hijos y coherederos. Esta imagen de la palabra sembrada, nos invita a pensar en la necesidad de una adecuada educación para que esa palabra sembrada pueda desarrollarse”, dijo.

“Esta imagen de la palabra sembrada en nuestro interior, nos motiva a cultivar nuestra espiritualidad”

EL Prelado aseguró que “Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, nuestro ser es mucho más que un conjunto de órganos que desempeñan unas funciones y mucho más que unos complejos procesos bioquímicos, somos seres capaces de pensar, amar, desarrollar proyectos, libres; en pocas palabras, somos seres espirituales que trascendemos las fronteras de la muerte, valoramos aquí una legítima teología de la palabra de Dios, ya que en ella está la salvación”.

“Es una palabra que opera la salvación de nuestro corazón y de nuestras mentes. Es verdad que pide para que pueda salvarnos, ponerla en práctica”

 

Mons. Solórzano Pérez propuso interrogantes: ¿Cómo es posible ponerla en práctica? Y respondió : “Atendiendo a los que nos necesitan, a los huérfanos, viudas y a los que no tienen nada; y por eso, por otra parte, es la verdadera religión; es decir, la verdadera adoración de Dios”.

El eclesiástico expresó que “También el Creador nos ha confiado la tarea de administrar responsablemente la creación o como dice el Papa Francisco –La casa común-, tarea que hemos realizado mediocremente, a juzgar por las desastrosas consecuencias de un desarrollo depredador”

En este sentido dijo que “El espíritu que nos anima es una chispa de divinidad que da aliento a lo que somos y hacemos. Esa chispa de divinidad se convierte en luz esplendorosa con la encarnación del hijo eterno del Padre. Jesucristo es el lugar de encuentro entre la divinidad y  la humanidad. Al entregar su vida en la cruz nos convierte en hijos de Dios y coherederos del Reino”

“Esa palabra sembrada de la que habla el Apóstol Santiago adquiere dimensiones insospechadas. Esa chispa de divinidad de la creación que se convierte en luz esplendorosa gracias a la Encarnación y Pascua del Señor, debe ser cuidadosamente protegida, cuidada y alimentada”

“Ciertamente las crisis que afectan a la familia y el materialismo que caracteriza a la sociedad contemporánea no favorecen ese ecosistema para un sano desarrollo. Cuando hablamos de proteger, de cuidar y alimentar esa tierna semilla o Palabra plantada en nuestro interior, también es necesario referirse a una espiritualidad en la que hay espacios para la oración, para la vida sacramental y para un comportamiento marcado por la sensibilidad hacia los más vulnerables”, enfatizo el señor obispo.

“Si nosotros no le damos atención al desarrollo espiritual, esa palabra sembrada de la fe nunca se desarrollará vigorosamente. Es lamentable la situación de muchos bautizados que descuidan su vida interior, de manera que su formación religiosa y compromiso cristiano no pasaron de la adolescencia”, lamentó el obispo.