”Nos falta a nosotros los nicaragüenses, renunciar a ese egoísmo, a todo ese individualismo a toda esa parte que no es de Dios, sino del mundo para poder encontrar en Él esa respuesta de bendición de transformar la violencia en paz” reflexionó en su homilía de este domingo dedicado especialmente a la solemnidad de Corpus Christi, Su Exc. Rev. Mons. Carlos Enrique Herrera, Obispo de la Diócesis de Jinotega, quien recordó las enseñanzas de  San Francisco de Asís: donde hay odio, rencor, que venga la paz, donde hay tinieblas, la luz, donde hay división la unión, donde hay muerte, la vida; todo eso debemos considerar nosotros y pedirle con mucha fe al Señor”, recomendó.

 

El Prelado insistió en que “Tenemos que orar mucho al Santísimo, al Señor Jesús, tenemos que acercarnos, tenemos que ofrecernos a través de la oración de nuestra renuncia a este mundo, de esta renuncia al mal para poder recibir la bendición de Dios”.

“Cristo, de Dios hecho hombre el que derrama su sangre por nosotros, por nuestros pecados para liberarnos de la muerte y del pecado y devolvernos la vida, la sangre es signo de vida, es Él que nos transmite su vida divina a través de la Eucaristía, por eso es grande y maravillosa esta alianza nueva y definitiva que Jesús mismo hoy nos ha recordado en el evangelio de hoy, como le dice a sus discípulos: – Tomen, esto es mi cuerpo, este cáliz en mi sangre, sangre  nueva y eterna alianza para la salvación de todos- «, enfatizó.

Mons. Herrera compartió la experiencia  de la procesión eucarística vivida  en horas de la mañana “meditábamos en cada altar,  orando por los jóvenes, por los hermanos mayores, por la familia, por los privados de libertad, por nuestra patria,  recorríamos ese compromiso que nosotros tenemos de estar orando y pidiéndole al Señor, como decía la segunda lectura : » Si aquella sangre de corderos era capaz de reconciliar al pueblo de Israel, al pueblo con Dios, cuando más la sangre Cristo».

“Entonces, es el tesoro más grande que tenemos, después de esta apertura que el Señor nos da a través de los Sacramentos del bautismo, la confirmación, la confesión y la eucaristía, porque es esa fuente de vida, esa fuente de misericordia, esa fuente de bondad que el Señor nos da, como un padre y una madre que alimenta a su hijo, mientras vamos por este camino hacia el Padre, Él nos va alimentando de su palabra y de su cuerpo y de su sangre” manifestó.

Mons. Herrera recomendó a los presentes “No vengamos a misa por un simple compromiso, sino porque tenemos siempre hambre y sed de Dios, sed de su misericordia y de su perdón, sed de su palabra, sed de su cuerpo y de su sangre que va transformándonos, que va haciéndonos pasar muchas fronteras, muchas crisis, mucha aridez, solo con la fuerza y el amor de Jesús Eucaristía”

El obispo invitó a la feligresía a renovar el amor al Señor “Debemos siempre renovar, decirle al Señor: Te amo y deseo amarte siempre, te adoro, quiero servirte, quiero ser testigo de tu presencia viva; pero ayúdame que solo no puedo, ayúdame a ser esa luz que hoy necesitan los niños, los jóvenes, ayúdame a amar como tu amas, para vencer el odio, el mal – así, con esa condición, hermanos, celebremos esta eucaristía, démosle gracias, pedimos siempre la bendición de Él y la perseverancia en su inmenso amor que está siempre presente entre nosotros”.