El obispo de  la diócesis de  Matagalpa Su Excelencia Rev. Mons. Rolando J. Álvarez, meditó en su homilía del primero de mayo, Fiesta de San José Obrero y III domingo de Pascua que: “La iglesia, en las primeras páginas del Génesis, encuentra la fuente de su convicción, según la cual el trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia humana; el trabajo es tan antiguo como el hombre, y su vida sobre la tierra, cuando recibe las palabras: -Procread y multiplicaos,  –y enchid la tierra, sometedla-, en la realización de este mandato refleja la acción misma del creador del universo, ¿de dónde le viene a este tales cosas? y, ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada?, ¿no es acaso el carpintero?,  Jesús no solamente lo anunciaba, sino que ante todo, cumplía con el trabajo”, sostuvo.

“El trabajo, el evangelio confiado a Él, la palabra de la sabiduría eterna, esto era también el evangelio del trabajo, pues el que lo proclamaba, Él mismo era hombre del trabajo, del trabajo artesano la igual que José  de Nazareth, el carpintero, por esa la iglesia sigue preguntándose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive, la iglesia esta vivamente comprometida en esta causa porque la considera su misión, su servicio, verificación de su fidelidad a Cristo, en esta misión encuentra en muchos casos, la violación de la dignidad del trabajo, es decir, la plaga del desempleo, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho(…) salarios, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia”

El Prelado insistió en su mensaje que “El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, el trabajo es una condición para ser posible la fundación de una familia, ya que esta exige los medios de subsistencia que el hombre adquiere normalmente mediante el trabajo, nuestra sociedad presenta el problema de encontrar un empleo adecuado para toda persona capaz de él, es decir, la falta de puestos de trabajo, esto se convierte en problema doloroso, cuando los afectados son principalmente padres y madres de familia, que no tienen cómo sustentar a sus hijos, cuando son jóvenes quienes después de haberse preparado mediante una formación cultural, técnica y profesional, no logran encontrar un puesto de trabajo también es un grave problema cuando la remuneración por el trabajo, ya no es suficiente para mantener dignamente una familia y asegurar su futuro”, contempló.

 

“La justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, una sociedad justa, puede ser realizada solamente por el respeto  de la dignidad de la persona, el respeto de la dignidad humana, no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de considerar al prójimo como otro yo, cuidando, en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente”

 

Magisterio de la Iglesia ha enunciado derechos de los trabajadores

En este sentido, el eclesiástico subrayó  que “El magisterio social de la iglesia, ha enunciado algunos derechos de los trabajadores: el derecho a una justa remuneración, el derecho al descanso, el derecho a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores, y no dañen su integridad moral, el derecho a que sea salvaguardada la propia personalidad sin que sean transgredidos de ningún modo, en la propia conciencia o en la propia dignidad, el derecho a la persona, así como la seguridad social, a la pensión para la vejez, la enfermedad, y en caso de accidentes relacionados, con la prestación laboral”

“El derecho a previsiones sociales vinculadas a la maternidad, cuando falta todo esto, huir del propio país es la más terrible y dolorosa alternativa, la pobreza, el hambre, el desempleo, la inseguridad, la persecución, la inestabilidad, el decrecimiento económico, muchos hombres y mujeres salen de su propia tierra, en búsqueda de otros horizontes, enfrentándose a condiciones inhumanas, esto los sitúa en primera línea de riesgo, frente a la explotación, la trata, el abuso, el tráfico, y todo tipo de injusticias, son vistos, como un sin registro o un  -don nadie -, por el que no hay quien responda”

El Jerarca dijo que “Esto lo sitúa en primera línea de riesgo frente a la muerte, el derecho a estar en la propia tierra se enmarca, entonces, en una propuesta sólida y compleja que conlleva a una serie de peticiones de compromiso a las sociedades, para que éticamente y en conjunto, trabajen, inviertan  y promuevan el desarrollo integral”

Todos los seres humanos somos responsables de todos,

“Esto deriva en una categoría ética que actúa como vacuna contra la globalización de la indiferencia, y hace a las sociedades más humanas, es decir, es la respuesta a la pregunta de Dios a Caín, ¿dónde está tu hermano?”

“Hoy nadie en el mundo se siente responsable de esto, de la muerte de los migrantes, hemos perdido muchas veces el sentido de la responsabilidad fraterna, vemos al hermano medio muerto al borde del camino, quizá pensamos: pobrecito; y seguimos nuestro camino, no nos compete, y con eso nos quedamos tranquilos, nos sentimos en paz, la promoción humana de los migrantes y sus familias, comienza por las comunidades de origen, ahí donde debe ser garantizado junto derecho (…) no emigrar”, argumentó el obispo.

 

“Es decir, el derecho de encontrar en la patria condiciones que permiten una realización digna de la existencia, porque vivimos en un tiempo de explotación de los trabajadores, en un momento en donde el trabajo no está precisamente al servicio de la dignidad de la persona humana, sino que es el trabajo esclavo”

 

“Debemos formar, educar, a un nuevo humanismo del trabajo, donde el hombre, no la ganancia esté al centro, donde la economía sirva al hombre y no se sirva del hombre. La palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, haciendo la migración más radical, se hizo a sí mismo migrante en la tierra de los hombres para que (…) tengan la posibilidad de hacerse hijos de Dios”, observó Monsl Álvarez Lagos.