Su Exc. Rev. Mons. Carlos Enrique Herrera, Obispo de la Diócesis de Jinotega, manifestó en su meditación de este domingo las lecturas proclamadas que  “El camino de Jesús nos implica desprendimiento de aquello que no nos va a ayudar en el caminar de cada día,  por eso dice Jesús:- Yo soy el camino, la verdad y la vida -, en eso son la importancia de nosotros siempre estamos buscando un camino, estamos buscando una verdad, estamos guardando o protegiendo la vida, pero ese lo hacemos equivocadamente, vamos por caminos errados, vamos dejándonos llevar por otros, y no por el que dio la vida por nosotros, por quien es la vida”

“Debemos reflexionar, tenemos que hacer un profundo discernimiento, tenemos que reflexionar sobre hacia dónde vamos, no vivir la vida como cualquiera, sin rumbo, sino orientado a una meta a la meta del reino de Dios a la vida eterna, pero esto implica renuncia al mundo, a la mentira, a la corrupción,  a dejarnos llevar por falsos profetas de hoy,  sino, por Cristo que ya nos ha señalado el camino”

 

 

“Es importante cuando uno decide, un camino, una meta, y eso implica dejar lo temporal, lo que es pasajero, ante lo que es vital y principal como es el reino de Dios, como es la vida eterna, eso debe  pensar cada uno de nosotros también,  optamos siempre por hacer la voluntad de Dios ante todas las cosas, o queremos a veces estar a medias, una parte con el Señor, otra parte con el mundo, nos engañamos”

“Tenemos que tomar esa decisión firme por el reino de Dios, por la verdad, por la justicia, por amor a Dios, por el amor al prójimo”

 

“Nos invitan a revisar nuestro seguimiento a Jesús, somos cristianos, somos discípulos y por tanto misioneros, seguir a Cristo, Él les ha dicho: –Yo soy el camino, yo soy la verdad, yo soy la vida –, ese es el camino, esa la vocación nuestra como hijos de Dios, y como hermanos con Cristo, seguir su ejemplo, seguir sus huellas”, sostuvo.

 

El eclesiástico hizo una breve reseña del evangelio proclamado  y agregó que “Hoy también Jesús se hace acompañar de sus discípulos, hacia Jerusalén, el lugar donde ya Él ha concluido su misión de evangelizar, de anunciar el Reino, de dar signos de su presencia como el mesías, el enviado de Dios, y ahora va a culminar con entregar su vida  en Jerusalén, sabiendo,  que iba a morir, por la injusticia, por la ceguera del hombre, por ante todo, por salvarnos, dentro de ese proyecto que el Padre le había encomendado, verdad, y así decide firmemente ir a Jerusalén”,

 

“Tratemos, hoy de retomar en esta Eucaristía, con este mensaje que nos da la Palabra de Dios, como decía el Salmo: -Tú eres mi refugio, tú eres mi fortaleza, tú eres mi vida-“