“Hoy la liturgia de la palabra nos presenta ese testimonio de fe, de Abraham, de San Pablo, vemos como el Señor va haciendo alianza, en preparación a una alianza nueva y definitiva en la persona de Jesús” manifestó en su homilía Su Exc. Rev. Mons. Carlos Enrique Herrera, obispo de la diócesis de Jinotega, quien agregó que “ Hoy somos nosotros esos abrahamnes, el Señor nos ha prometido también, a través de Jesús, como dice San Pablo,  –Que este cuerpo corruptible se va a convertir en un cuerpo glorioso-, y ya lo manifiesta a través de esta Transfiguración en el Monte Tabor, ante sus primeros discípulos, y esto es el itinerario de la vida cristiana: primeramente, debemos fortalecer y pedir al Señor:  -auméntanos la fe; para seguir creyendo, para hacer el camino, para seguir esa historia en nuestra vida que tiene muchas adversidades, muchos problemas, muchas dudas, muchas tentaciones-“, manifestó.

Mons. Herrera refirió que esa  alianza siempre con un signo visible y es la costumbre aquel tiempo de hacer ese rito de alianza entre los hombres , a través de animales, y hacer ese rito como el Señor le mandó a Abraham. Parte de esta  experiencia es la promesa del Señor le iba a conceder –Una generación grande, maravillosa, como las estrellas del cielo, innumerables,  y una tierra mejor de la que tenía-, esa fe que no se cumplió inmediato, si no que pasó mucho tiempo; pero lo importante es la perseverancia en la fe, en aquellas palabras en aquellas promesas del Señor”

 “Pero tenemos que perseverar, tenemos a estos grandes hombres que nos han precedido, Abraham y todos los Apóstoles, Pablo, también cómo él, siendo también alguien que  no creía en Jesús como Mesías, entró en el camino de la conversión, entonces, la conversión es un camino de madurez en la fe y que nos lleva a crecer en el amor, y ser fuertes y perseverantes también en la esperanza”, observó.

“Saber esperar a que el Señor actúe, no cuando nosotros queramos, si no que cuando Él quiere hacer esto, es lo que nosotros le pedimos, y es que sea de nuestro bien para nosotros, entonces, vemos este gran misterio que nos revela hoy Jesús, posiblemente los Apóstoles miraban en Jesús un hombre especial, un hombre con poderes, como algunos tenían ahí poderes; pero no el poder del amor, del poder de perdonar, el poder de hacer el bien, ese es el poder de Jesús, es el poder de dar la vida por nosotros”

“Como decíamos, en esa figura humana, como en muchos tiempos la iglesia tuvo que luchar con muchas teorías, ideologías de que primeramente, de que Jesús era un hombre, simplemente un hombre, y en otras ocasiones que decían que Jesús era un fantasma, que era un simple espíritu; la iglesia tuvo que defender la verdad de Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios y ahí, en esa transfiguración se ve la divinidad de Jesús como aquellos discípulos experimentaron esa gloria, que el Señor les va a decir después:  –El hijo del hombre tiene que sufrir, tiene que morir; pero resucitará- citando la Escritura.

“Debemos nosotros hoy, renovar esa fe, en medio de como decíamos de llevar la vida en estos momentos difíciles en que vivimos, en esa batalla contra el mal, contra el demonio, contra el mundo; entonces San Pablo también llora por aquellos que no creen que hay que aceptar esa cruz, que hay que aceptar esta muerte al mundo, para poder participar en la glorioso resurrección de Cristo y nos dice:  -El Señor ha dicho, este cuerpo débil, será transformado en un cuerpo glorioso-“, rememorando este pasaje (1Co15,42)

“Y eso es, esto es nuestro sueño, esa es nuestra meta, llegar a esa tierra prometida que es el cielo, que es el reino de Dios, que Cristo ya hizo partícipes a los primeros creyentes, entonces por eso hermanos, tratemos de perseverar, hoy camino de esta Cuaresma debemos llegar con más confianza, en la promesa que el Señor ha hecho para nosotros,  -que nada ni nadie nos separa del amor de Dios -, que nada ni nadie nos sea obstáculo para caer y quedarnos caídos, sino más bien, ser más fuertes en los misterios del amor de Dios que tiene para nosotros prometidos”

“Sintamos ese gozo, esa alegría, recordemos ese momento también que el Señor nos ha revelado, través en aquella primera comunión, como la niña hoy se siente ese gozo de encontrarse con Jesús, esa primera comunión, recordemos aquel momento de la boda, del matrimonio, qué alegría que recibieron la gracia de unirse para siempre, recuerden el día de la confirmación”, animó el eclesiástico.

“Esa una experiencia de la transfiguración del compartir la gracia del Señor, no le debemos de olvidar, y eso le ayudó a Pedro y Juan  de poder asumir la cruz, y entender porqué Cristo tenía que sufrir en la parte humana; pero que por la divinidad pudo vencer la muerte y el pecado” subrayó el obispo de Jinotega.

“Nosotros hemos sido ungidos por el Espíritu Santo, nosotros tenemos y somos templo del Espíritu, y por ese Espíritu que permanece en nosotros vamos a participar de su gloria y resurrección”, indicó.

“Ánimo hermanos, sigamos adelante siguiendo el ejemplo de Abraham, de Pablo y de tantos mártires, de tantos santos que nos rodean también”