Su Exc. Rev. Mons, Sócrates Rene Sándigo Jirón, Obispo de la Diócesis de León, medito este domingo en el acto litúrgico que: “Jesús con base en la sacralidad que cargamos nos lanza un mandamiento nuevo, revolucionario, porque cambia la mentalidad veterotestamentaria, en la cual fungía el  –ojo por ojo y diente por diente, la ley del talión -; ahora no, esa sacralidad que hay en esa persona y que no se pierde por muy malo que sea, por muy bandido que sea, por muy delicuente qe sea, por muy desechable que sea, por muy dañino en la sociedad que sea, por mucha maldad que cometa todos los días, esa sacralidad no la pierde y, por eso, Jesús comienza hoy con una frase lapidaria  –amen a sus enemigos -«, argumentó.

“Es un reto mayor, mis queridos hermanos, porque amar al que nos ama es fácil y Jesús se los hace ver –también los malos aman a los que les son afines y les hacen el bien-, pero esto es otra cosa, se trata de amar al adversario, de amar al que te ha hecho daño, de amar al que te ha robado, de amar al que te ha calumniado, de amar al que ha arruinado tu vida, de amar al que te traumó psicológicamente, de amar al que te traicionó, de amar al que te abandonó, de amar al que toda su vida ha maquinado maldades contra tí, se trata de algo nuevo, por eso, es un mandamiento Nuevo”, fundamentó.

Mons. Sándigo Jirón refirió que (1Co.5 45-49)  refleja la sacralidad en nosotros. lo que está haciendo es parodiando o recordando lo que la palabra de Dios dice en el primer capítulo del Génesis, en el cual, el primer Adán creado es el surgido de la tierra, lo formó el Señor, diríamos es el hombre terreno, mejor lo dice San Pablo en ese texto  –es el hombre surgido de la tierra – al que después Dios le regaló una realidad que nos distancia (si quieren) y nos distingue en relación a las demás creaturas,  –insufló sobre esa terrenalidad de Adán el Espíritu de vida, de tal manera, que aparece el hombre celeste – dice San Pablo”, explicó.

“Nosotros somos herederos de ese proyecto de Dios y en nuestras vidas cargamos por un lado con el hombre, la mujer terrena, la surgida de la tierra, pero también heredamos la sacralidad, la celestialidad surgida del Espíritu mismo de Dios, por el que somos su imagen y semejanza”

El Preladio hizo un recorrido por el  texto biblico cuando David tiene la posibilidad de eliminar “al  rey Saúl,  el ungido Rey, lugarteniente de Dios en la tierra, y reconoce  David la sacralidad de Dios en la persona de Saúl”, dijo.

“La naturaleza queridos hermanos, es estremecida, porque naturalmente uno reacciona, ante la adversidad, pues con adversidad, ante el ataque con la defensa, y aquí lo mandado y pedido por el Señor es hasta –rezar por los enemigos -, hasta eso, queridos hermanos y… explicita en actos concretos: -Si ese adversario te roba el manto, dale, incluso, la túnica; si ese adversario te pide, dale; si te presta, concédeselo-”, enfatizó.

“Es una forma explícita y detallada de aceptar a ese otro hermano, al adversario y, el gesto no es humanitario, el gesto es sobrenatural, porque en ese, en esa está la sacralidad, también es creatura y más, hasta hijo de Dios si es un cristiano, si es un bautizados y ahí esa sacralidad acorta distancia y supera la adversidad”

 

El Obispo de León  expresó que “Una institución que ha sido creada para cuidar esa sacralidad humana y desde ella crear comunión. De ahí, queridos hermanos, que la familia es la primera en cuidar la vida de ese ser viviente que todavía no ha salido al mundo externo, pero ya carga la sacralidad de Dios, porque en él está lo terreno y el Espíritu de Dios que es la imagen del Señor. Ya viene en proceso, tiene un día, una semana, un mes, séis meses, siete meses, ocho meses y a uno de salir al mundo externo y la familia es la custodia de esa sacralidad presente en un ser que va en proceso de salir al mundo entero y, la Iglesia se lo recuerda continuamente a la familia”

“La custodia de esa sacralidad en la persona lleva a esta creatura a desarrollar la capacidad de respeto al otro, la capacidad de servicio al otro, la capacidad de no enjuiciar al otro, la capacidad de no medir estrictamente al otro, la capacidad de perdonar al otro, haciendo de él, de ella, una personalidad hermosa, bella, y facilitándole a los demás que ejerciten el amor hacia ese prójimo, cosa que aparentemente no es importante, pero sí, ya que Jesús nos ha mandado a amarnos los unos a los otros, desarrollando esas capacidades que brotan de la celestialidad del hombre, de la mujer”

“Si dejamos que crezca el hombre terreno y se quede entumido el hombre celeste del que habla Pablo, vamos a ser que los demás no amen con facilidad a tu hijo, no nos amen con facilidad a nosotros, porque cuando tenés de prójimo a una persona difícil, a una persona altanera, a una persona deshonesta, a una persona vulgar, a una persona irrespetuosa, a una persona aprovechada que quiere utilizar a todos, a una persona, incluso, desordenada, desaseada, hacemos que los demás amen con dificultad”, subrayó.

“Estamos llamados hasta a amar al adversario, pero es más difícil y, si no cuidamos la sacralidad, de nosotros, de la familia saldrán personajes, incluso, dañinos a la sociedad, delicuentes, violadores, asesinos, fraudulentos, malos gobernantes, a los que difícilmente se les amará, porque no es fácil amar a un enemigo difícil; estamos llamados a eso, pero mejor es facilitarle al prójimo custodiando y alimentando la sacralidad” insistió el Jerarca.

Gran responsabilidad tienen ustedes, querida familia

“Y más aún los que forman parte de la Pastoral Familiar, ya que son los encargados de acompañar el crecimiento de ese hombre, de esa mujer celeste que Dios ha puesto en sus manos y a quien a través de ustedes ha dado vida”

“El mundo, sin duda, se estanca y hasta retrocede cuando se mete en conflictos escandalosos como ha dicho el Papa en relación a la posible (y ojalá no sea así) guerra entre Ucrania y Rusia, la que el Papa ha denominado como una  –vergüenza para la sociedad de hoy– que se mofa de ser civilizada”, destacó.