El obispo de la diócesis de Granada Su Excelencia Mons. Jorge Solórzano Pérez, Obispo de Granada, contempló en su homilía  de este II domingo de Cuaresma que: “El tiempo de Cuaresma es para hacer una revisión de nuestras vidas, tenemos que asumir con paz, todo lo que vivimos con sus luces y sombras identificando la presencia de la providencia de Dios, tanto en la rutina cotidiana, como en acontecimientos particularmente intensos, como en una enfermedad, el nacimiento de un hijo o la pérdida de un ser querido”, observó el eclesiástico.

“No leamos nuestra historia como hechos aislados, frutos de la casualidad, sino como una historia de salvación en la cual hemos tenido manifestaciones del amor de aquel que nos comunica su vida divina, a ese Dios que nos manifiesta su amor y nos invita a su intimidad, podemos decir si, o podemos decir no. En este Domingo  Dios quiere que tomemos una decisión, Dios quiere tu conversión a Él”

“La liturgia de este II domingo de Cuaresma tiene como elemento central, la Transfiguración del Señor, la transfiguración que es una solemne manifestación de la gloria de Dios y una confirmación de la identidad de Jesucristo y de la misión que le ha confiado el Padre, se escucha la voz del Padre, –Este es mi hijo mi escogido, escúchenlo”, subrayó el obispo de Granada.

Asimismo, recalcó que “Además de este relato del evangelio de gran densidad teológica, la liturgia de este domingo nos propone a nuestra meditación, dos relatos de transformaciones muy hondas, que la gracia produce en el interior de los creyentes y en su proyecto de vida, nos referimos a la primera lectura, a la alianza de Dios, que Dios sella con Abraham y la descripción que hace San Pablo en la segunda lectura, de la vida de los seguidores del Señor”, dijo.

“En esta mañana, en este día los invito a considerar muy atentamente, este relato de la alianza que el Señor establece con Abraham, en la primera lectura, después de leer este texto, nos surge una pregunta, ¿Por qué escogió Dios a este arameo errante que vivía cerca de Ur, ciudad de los caldeos?; esta pregunta, como todas las que nos hagamos sobre los planes de Dios, desborda la lógica humana, Dios que conoce todas las intimidades de nuestros pensamientos y sentimientos, escoge a quien quiere”

 

En este sentido, explicó que “No es posible identificar un patrón particular para este llamado, cada vocación tiene una historia única e irrepetible, llama a la atención la familiaridad el diálogo, Dios le dice: -Mira el cielo, y cuenta las estrellas si puedes, así será tu descendencia -. Dios trata a Abraham como lo hacemos entre amigos, es una relación personal, cálida”, manifestó el Jerarca.

En el Nuevo Testamento, las enseñanzas de Jesús nos revela que Dios es nuestro Padre

“Dios es nuestro padre quien siempre tiene abiertos sus brazos para acogernos, a pesar de nuestras infidelidades; por eso nuestra oración debe ser simple y confiada. El Papa Francisco, no cesa de recordarnos que el nombre de Dios es  -misericordia -; con esta alianza o pacto que Dios establece con Abraham, se inicia un capítulo único en la historia espiritual de la humanidad, Dios quiere auto manifestarse en la historia, y para ello escoge a Abraham y a su descendencia, que es el pueblo de la elección, nosotros los cristianos reconocemos a Abraham como nuestra padre en la fe, nos nutrimos de misma sabia espiritual, lo que para Abraham y sus descendientes era una promesa, para nosotros se hace realidad en Jesucristo, cuya sangre sella la alianza nueva y eterna de Dios con la humanidad”

“En el diálogo entre Dios y Abraham, Abraham vive una experiencia única de la gloria de Dios, la primera lectura que hemos leído nos lo comunica a través de imágenes muy expresivas:  -Profundo letargo, temor intenso y misterioso, densa oscuridad, brasero humeante, antorcha encendida -. Estos elementos nos señalan una experiencia especialísima que transformará la vida de Abraham y de su familia y es el comienzo de la auto manifestación de Dios  en la historia particular de un pueblo”, contemplo Mons. Solórzano.

En alusión al pasaje de la carta de San Pablo “Presenta dos escenarios que contrastan fuertemente, la miserable experiencia de quienes –Viven como enemigos de la cruz de Cristo y la de aquellos que se abren acción transformadora del Espíritu-. Pablo describe con palabras fuertes, la realidad de los que dan la espalda a la oferta de salvación de Dios, les dice San Pablo: – Su Dios es el vientre, se enorgullecen lo que deberían avergonzarse y solo piensan en cosas de la tierra, por el contrario, Pablo, quienes se abren a la gracia experimentan una transformación de su ser y de su obrar- ; Pablo lo dice con humildad, pues todo lo atribuye a la gracia de Dios y no a méritos personales”, refirió.

“El  relato de la Transfiguración del Señor. Este texto del evangelio de hoy, contiene un vocabulario propio de las teofanías, o manifestaciones particularmente, solemnes de la gloria de Dios, como es la referencia a la cima de una montaña, el resplandor de las vestiduras, la nube, la voz que se escucha, en la cumbre del monte se manifiesta la gloria que le es propia como hijo eterno de Dios, de la cual se había despojado al asumir nuestra condición humana”

“Esta transfiguración es una anticipación de la gloria que le espera cuando haya resucitado de entre los muertos, la presencia de Moisés y Elías tiene un profundo significado  pues muestra a Jesucristo como la plenitud de la ley y los profetas; su muerte y resurrección, sellaron la alianza nueva y definitiva de Dios con humanidad, alianza que se inicia con Abraham, nuestro padre en la fe, y que transformará nuestro ser y nuestro actuar como lo describe San Pablo en el texto que acabamos de escuchar”, sostuvo el Prelado.

“En medio de una nube densa, se escucha una voz que afirma: –Este es mi hijo, mi escogido, escúchenlo-; es una confirmación de la identidad de Jesucristo como hijo eterno de Dios encarnado y cuya misión es revelar el misterio de Dios a través de sus enseñanzas, milagros, y sobre todo en su pascua, de su pasión, muerte y resurrección”, subrayó.

“Tomemos en serio este tiempo de la Cuaresma a través de la meditaciones de los textos litúrgicos, como lo hemos hecho hoy, acompañemos a Jesús en su camino hacia Jerusalén, donde llevará a cabo el máximo gesto de amor que será entregar su vida por nosotros.  Que esta palabra nos anime, nos ayude, en este tiempo de la Cuaresma”, animó el obispo.