Durante la santa  Eucaristía en el Domingo de la XVI Semana del Tiempo Ordinario, Preside Su Exc. Mons. Rolando José Álvarez, Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, manifestó a la feligresía que con el texto evangélico proclamado “Cristo comienza presentándose ante las multitudes como El Buen Pastor que se preocupa por su pueblo, que consuela a su pueblo, que con el bálsamo de su amor y misericordia cura las heridas de su pueblo y que sacia el hambre y la sed de su pueblo”.

Mons. Álvarez Lagos celebro el acto litúrgico en la santa catedral Señora del Rosario de Estelí, en donde  expresó  que “La palabra que el Señor hoy nos dirige a todos y cada uno de nosotros –vengan conmigo a un lugar solitario para que descansen un poco-,  al meditar y reflexionar en este texto pensaba que podríamos llamarle el texto de la consolación, Jesús nos consuela, porque cuántos de nosotros necesitamos ir con Él, estar con Él en un lugar apartado, en un lugar solitario; por lo tanto, a solas con Él, contándole y platicándole a Él de nuestras cosas, de nuestra vida, de nuestras heridas, de nuestros desaciertos, de nuestros cansancios, de nuestras frustraciones, de nuestros fracasos, de nuestros agobios, de nuestros dolores, de nuestros miedos, de nuestras contradicciones, confusiones”, enfatizo.

Durante su reflexión interrogó “¿Cuántas veces necesitamos ser consolados por el Señor?, ¿Cuántas veces necesitamos que Él nos escuche como El Buen Pastor?, ¿Cuántas veces necesitamos como el Discípulo amado descansar también nosotros en el pecho del Maestro?, ¿Cuántas veces necesitamos escuchar esa palabra de consuelo, de misericordia, de ternura, de amor de nuestro buen Jesús que nos dice: – «vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados que yo los aliviaré? , carguen con mi yugo que es suave y es ligero-  ¿Cuántas veces necesitamos escuchar al Señor? como tantas veces y en tantas ocasiones lo hizo con los Discípulos «vengan a un lugar solitario a descansar un poco«, interpeló el Prelado..

El Administrador Apostólico habló de la necesidad de “Descansar en sus brazos de amor para dejarnos ungir el corazón con su ternura misericordiosa”, al tiempo que rememoro las palabras de San Juan Pablo II: – con su amor hermoso -. Contarle a Él, platicarle a Él, también, de nuestras luchas y trabajos, de nuestros esfuerzos y sacrificios, de nuestras ilusiones, de nuestros deseos, anhelos, aspiraciones, necesidades, sueños, ideales, platicarle a Jesús como al amigo que no defraudan y que no defrauda nunca”.

Asimismo, enumero otros aspectos de la vida del creyente como contarle al Señor  sobre “Nuestras alegrías, de nuestros contentos, de nuestras amistades, de nuestra fraternidad, de nuestra hermandad, del cariño, del amor que nos sentimos los unos a los otros, de la alegría de habernos encontrado con alguien que se volvió prójimo, próximo a nosotros, cercano a nosotros, que nos tendió la mano en el momento que más estábamos necesitándolo, contarle a Jesús de una persona amiga, ir con Jesús a un lugar apartado, estar con Él, estar con Él. Descansar en él es abandonarnos en sus brazos, es dejarnos guardar, custodiar, refugiar en su corazón, es pasar con Jesús”, sostuvo.

“El texto, ciertamente, nos presenta al Señor como El Buen Pastor que ante la multitud que lo estaba esperando, se compadeció de ellos. Es El Buen Pastor que nos anuncia el texto del Profeta Jeremías en la primera lectura. –Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas-.  Escuchen que belleza, que lindura, que ternura «Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas, de todos los países a donde las había expulsado y las volveré a traer a sus pastos para que ahí crezcan y se multipliquen, les pondré Pastores que las apacienten, ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá«, expresó.

En este orden, complementó “Vean que precioso escuchar esta palabra del Profeta en los labios del Señor «ya no temerán, ya no tendrán miedo, ya no se espantarán, ya nada ni nadie las asustará, ninguna se perderá, yo las acogeré a todas, yo cargaré a cada oveja, yo curaré a las heridas, yo perdonaré a las pecadores«, destacó.

“ –El Señor es nuestra Justicia – dice el texto.  Es un Señor que nos promete la justicia, que nos promete conducirnos por caminos de prudencia, que nos promete mantenernos a salvo, habitar en nuestra tierra confiadamente; por eso es que lo llamamos –el Señor es nuestra justicia-; por eso es que nosotros creyentes, somo hombres y mujeres de esperanza, de confianza; en medio de las tribulaciones, de las adversidades, de los desánimos que puedan darse y que existen ciertamente en el diario vivir”, advirtió  Mons. Álvarez.

El Señor custodia nuestro sueño, el prepara caminos de prudencia y justicia

Al mismo tiempo se preguntó “¿De dónde es que nos viene el auxilio a nosotros?, ¿de dónde? -El auxilio nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra, el Señor que no nos abandona, el Señor que piensa en nosotros, el Señor que mientras nosotros nos dormimos, Él custodia nuestro sueño, el Señor que mientras dormimos, Él, Él personalmente custodia nuestro sueño, el Señor que nos prepara caminos de prudencia y justicia para que nuestros pies no tropiecen, el Señor que en el Salmo, sabemos bien, 91 dice: –y soplarás leones y dragones, mil caerán a tu izquierda, mil, diez mil a tu derecha, pero a tí nada te pasará, no te alcanzará la espada de la muerte, la flecha venenosa-“, sito Mons. Álvarez.

Tras reafirmar que “El Señor es nuestro refugio es nuestro alcázar, el alcázar es el lugar último de la fortaleza, donde los soldados, ya cuando, prácticamente habían perdido la batalla, se iban a refugiar porque era tan seguro que ahí no les podían hacer nada. Él es nuestro alcázar, Él es nuestra fuerza, Él es nuestro refugio, Él es el que se compadece de nosotros, compasión, padece con nosotros, conoce nuestras aflicciones y nuestras alegrías, es el mismo que se pone a enseñarnos, dice el texto de San Marcos”.

Asimismo, enfatizó que “Una vez experimentando esta bondad, esta ternura, este amor hermoso, esta misericordia inagotable de Dios con nosotros, entonces, también nosotros seamos para los demás un descanso, que también nosotros seamos para los demás un descanso, que seamos alguien en quien el otro se pueda apoyar en nuestro hombro, en nuestras débiles fuerzas, en nuestras limitadas capacidades y posibilidades, pero que puedan encontrar en nosotros a ese prójimo,  a ese buen samaritano, que puedan encontrar en nosotros alguien que es capaz, en el nombre del Señor, de curar sus heridas”, exhortó.

El Prelado dijo que “Basta con que sea un hermano nuestro, aunque, incluso él o ella no lo reconozca o no quiera reconocerlo; pero, que nosotros seamos bálsamos, próximos, prójimos para los demás. Que los demás también puedan pensar de nosotros, sentir, experimentar que con nosotros pueden descansar un momento, pueden descansar un rato, un tiempo, con un gesto amable, afectuoso, cariñoso, con tenderle la mano, con estar presente en el momento de mayor necesidad, ahí estar, que también ellos quieran estar con nosotros”, instó.