“ –Nicaragua será transfigurada. En Dios está puesta nuestra confianza y nuestra esperanza. El es nuestro Dios y nuestro todo – manifestó en su mensaje del II domingo de Cuaresma Su Exc. Rev. Mons. Rolando José Álvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, tras insistir: –Nicaragua será transfigurada: No es desconocido que nuestro país ha venido cargando durante su historia, tantos momentos de destrucción, violencia y luto. Se han impuesto los que a través de la fuerza han oprimido a los más débiles. No es solo una historia reciente, ha sido una espiral de violencia desde el nacimiento de esta patria”, observó.

El Prelado enfatizó que “Están aquellos que ávidos de poder y riquezas no les ha importado explotar o pisotear la dignidad de su semejante. Están los chantajistas que tienen sometidas a sus víctimas, sabrá Dios por que causa. Están los que en todos los niveles, en todas las esferas se niegan a servir si es que no consiguen algún usufructo, una ganancia. Están los que esperan el momento oportuno para realizar su venganza, albergando cada vez más y más odio en los corazones”

“Están los que no se comprometen con la vida, y pensando que pueden tomar la vida de los otros sin consecuencias y abortan, asesinan con un arma o a través de la eutanasia. Están los apáticos, que sin importar la circunstancia adversa del hermano, el hambre, la pobreza, la falta de trabajo, la enfermedad, el luto, pasan desapercibidos y desorientados de la realidad, importándoles solamente lo que hay en su haber y antojadizo querer”

“Pero están los que se detienen ante la Voz de Dios que anuncia -Este es mi Hijo Amado, escúchenlo- y atienden la voz de la Madre que pide  –Hagan lo que El les diga-”, manifestó.

“Nicaragua, debe detener este espiral que quiere arrastrarnos a todos, debe parar los círculos de violencia y muerte; debe detener la indiferencia; debe afanarse por el regreso de los exiliados dando seguridad a sus vidas y oportunidades de trabajo digno. Debe reparar el daño infringido a las personas y a sus familias. Debemos de perdonar. Debemos cuidar de los que sufren, enfermos, olvidados, marginados, presos, exiliados, perseguidos”

“Los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad debemos comprometernos en ser custodios de la vida, del bien común, del bien para todos, de la justicia para todos, de la promoción y la defensa de los derechos y las libertades de todos; de la sana educación de los niños y de los jóvenes; del cuido y protección de nuestros mayores, del medio ambiente; esta es nuestra Doctrina Social. Esto es lo que queremos, esto es lo que necesitamos. Este será nuestro esfuerzo de transformación. Estos serán nuestros panes y pescados que sólo Dios podrá multiplicar”, expresó el Jerarca de Matagalpa.

“Esta no es una ilusión ni una utopía irrealizable. La transfiguración de Jesús también debe ser nuestra propia transfiguración personal y social. Dios nos ha hablado fuerte y claro. Siempre hay un mañana de esperanza cuando nos postramos delante de Dios manteniendo  -la mirada siempre fija en Su Rostro que resplandece – (cf. PF, 05.08.2020) y buscamos hacer su voluntad. Es el esfuerzo diario al que todos estamos convidados. Esta es nuestra única salida “escuchemos Su Voz y no endurezcamos el corazón -. Nicaragua exige ser reparada, rehecha, renovada. Si como pueblo, de corazón nos volvemos a Dios, Nicaragua será transfigurada. En Dios está puesta nuestra confianza y nuestra esperanza. El es nuestro Dios y nuestro todo”

Domingo de la Transfiguración

Durante la celebración en la santa iglesia catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, explicó que este día es llamado el –domingo de la Transfiguración -, cuyo mensaje nos dice que – Jesús subió al monte llevando consigo a Pedro, Santiago y Juan -, representantes de la Nueva Alianza del Nuevo Testamento y en presencia de ellos resplandeció brillantemente,  -cambiando de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes -, dice la Palabra, cuando de pronto aparecieron conversando con Él dos personajes rodeados de esplendor que eran Moisés y Elías, representantes de la Antigua Alianza del Antiguo Testamento, la ley y los profetas que iban anunciando al Mesías y la plenitud de los tiempos”

La oración diálogo sencillo

En este sentido, enfatizó que “En este acontecimiento de Transfiguración gloriosa y de la prefiguración del anuncio de la resurrección del triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado es importantísimo y vital que descubramos que San Lucas subraya un dato para poder comprender la Trasfiguración y, es que dice: –Subió al monte para hacer oración-

“La oración, amadísimos, es el momento de la transfiguración; la oración que es un diálogo sencillo, confiado y amoroso con aquel que vive y que sabemos y experimentamos en lo más profundo de nuestros corazones que nos ama”

El obispo indicó que “Ninguno de nosotros podría sostener una conversación con alguien muerto y con alguien que no nos ama o de quien solo recibiéramos ofensas y herida, sería muy difícil sostener una conversación en espíritu de amistad. La oración, por eso, es con el Señor Dios que vive y que nos ama y es una conversación, una plática sencilla, no necesitamos rebuscar palabras, expresiones rimbombantes para dirigirnos al Señor”.

“No. Lo que oramos es nuestra vida, son nuestras preocupaciones, nuestros problemas, dificultades, sufrimientos, alegrías, esperanzas, ilusiones, proyectos, todo lo que encierra nuestro ser. Hay algunas personas que pienso  -cometen un grave error -, cuando afirman que para orar como si se tratara de un traje que hay que apartar, dicen que  -hay que dejar de un lado los problemas, dejar de un lado las preocupaciones – y entonces, si fuera así ¿qué es lo que vamos a orar?, ¿qué temas vamos a platicar con el Señor?” interrogó.

“Si de lo que hablamos con Él, amadísimos, es de nuestra vida, con todo lo que experimentamos, con todo lo que llevamos en nuestra mente y nuestro corazón, en nuestros pensamientos y en nuestros sentimientos, decírselos al Señor con normalidad y sencillez, confiándonos en Él, dejándonos, entregándonos, abandonándonos en sus manos como se hace con un amigo y, un amigo  que sabemos nos ama, un amigo  no nos reprocha,  no nos juzga, no nos condena, no nos señala, mucho menos que nos castigue”

Conversar con  un amigo de quien siempre vamos a esperar todo bien

“Todos hemos tenido y tenemos la experiencia que hay gente con la que platicamos y al conversar con ellos sentimos descanso, sentimos paz interior, nos sentimos contentos, pudiéramos pasar mucho tiempo, probablemente horas platicando con ellos; así es nuestra plática con el Señor, así debe ser nuestra conversación con el Señor”, sostuvo.

Mons. Álvarez Lagos,  refirió que “A veces, en la oración hay dispersión, distracción ¿verdad?, como decía Santa Teresa – la loca de la casa -, la mente se nos dispara y comenzamos a pensar en nuestra propia vida, en nuestros problemas, en dificultades y… siempre he pensado en este caminar de la oración que esas dispersiones y distracciones hay que volverlas oración, hay que volverlas oración, sí, porque al final de cuentas y en definitiva es nuestra vida, es nuestra vida”

“No nos distraigamos, ni nos dispersemos en la ya dispersión y distracción que tengamos, tomémosla esa distracción, esa dispersión y orémosla y hagamos de ello, oración. Incluso, en la oración también vienen perturbaciones, estando en la oración de pronto puede venir un mal pensamiento y me atrevo a decir: también  -esa perturbación orémosla, pongámosela, depositémosela al Señor, porque Él nos conoce, Él sabe quiénes somos, cómo somos y, no permitamos que el demonio nos aleje de ese momento de encuentro y de confianza con el Señor, es más, si descubrimos que es perturbación, depositándosela al Señor continuemos nosotros platicando con Él”, recomendó el obispo.

El maligno nos tienta en la oración, pidamos al Señor nos ayude a superar fragilidades

“No nos entretengamos en eso, que es lo que el maligno quisiera. Y voy a decir todavía más: en la oración podría venir también una tentación, claro que sí, si el mismo Señor fue tentado en el desierto estando en oración, si el mismo Señor fue tentado en la cruz estando en oración; en la oración también podemos ser tentados con cualquier tipo de seducciones del mal; pues, nosotros, con la gracia del Espíritu Santo (por decirlo de esa manera), adelantémonos y esa tentación también convirtámosla en oración y pidámosle al Señor que nos ayude a superar nuestras fragilidades, nuestras debilidades”, recomendó el Prelado.

 Él sabe que somos pecadores,

“Sí, y voy a insistir sobre este tema de la perturbación y de las tentaciones más que de la distracción y de la dispersión, porque el maligno en eso nos puede jugar una mala pasada y ya hacernos sentir mal, hacernos sentir que le hemos fallado al Señor, comenzar a reprocharnos que cómo es posible que en un momento tan sagrado haya venido semejante tentación a mi pensamiento, a mi mente”, insistió.

“El maligno está acechando para que no tengamos esa conversación amistosa, cariñosa con el Señor y, entonces, insisto  -volvamos oración también eso y sigamos adelante no nos entretengamos en eso, porque son… son trampas, son trampas del demonio y, y vuelvo a insistir, incluso si se descubren, cuando se descubran, todavía con mayor razón, porque ya el Espíritu Santo que es (atentos) quien ora en nosotros, es el Espíritu Santo quien está orando, no somos nosotros sola y únicamente, es el Espíritu el que está haciendo y llevando ese diálogo, nos habrá hecho descubrir la perturbación o la tentación precisamente para que no nos dejemos perturbar y para vencer la tentación”

Esta oración nos da paz interior

“La oración ilumina nuestra mente y nuestro corazón, porque… después de hablar con el Señor o más bien, después de hablarle al Señor hay que escucharlo, diálogo es entre dos, después de hablarle hay que escucharlo y… lo vamos a escuchar a través de su Palabra, vamos a escuchar al Señor desde la Palabra de Dios, no hemos de complicarnos buscando nosotros (a veces peligrosamente) algún texto bíblico que nos podría satisfacer, no, ya nuestra Santa Madre Iglesia a través de la Liturgia nos propone todos los días textos bíblicos, precisamente para poder ir a la fuente y poder escuchar al Señor”, medito.

 

Al tiempo que dio algunos consejos en este sentido:

“Vayan en primer lugar y directamente al texto del Evangelio, porque el Evangelio es el mismo Cristo vivo, es la Palabra hecha carne, el Evangelio es la buena noticia, es la plenitud de los tiempos, es el cumplimiento de las escrituras; pero, antes de leer y meditar el Evangelio, siempre, siempre, por favor, invoquen al Divino Espíritu, no solo porque es el Espíritu Santo quien mora en nosotros como hemos dicho (iluminados por San Pablo), sino también, porque es el Espíritu Santo quien nos hará interpretar y discernir”

Leer despacio, pausadamente, explicó el obispo  y “Vayan tratando de abrir el corazón para ver cuál es la palabra, cuál es la expresión, la frase, el versículo que te impactó, que te llamó la atención, ahí está el Señor hablándote. Eso quiere el Señor que medites, a eso quiere el Señor que le pongas atención y que desde ahí revises tu vida; por eso, les decía: –en este diálogo sencillo, confiado, amistoso y amoroso con el Dios que vive y nos ama, nosotros encontramos luces en nuestros pensamientos, encontramos luces en nuestros sentimientos, podemos ir descubriendo la voluntad de Dios en nuestra vida e ir cumpliéndola”

“En esta oración,  en este diálogo con el Señor, vamos también tomando nuestras decisiones .Nunca tomen decisiones hermanos y hermanas, sin antes habérselas consultado al Señor”

“Las grandes decisiones de la vida, hermanos, amadísimos, y aún las pequeñas, no se toman sentado en un escritorio, no se toman sentados en una banca cualquiera, no, se toman en la presencia del Señor, se toman en oración. ¡Y dichosos! fíjense bien, aquellos que puedan tener como dice el Papa Francisco:-Aunque sea un momentito todos los días de oración -, dichosos son si lo hacen en la presencia de Jesús Sacramentado, bienaventurados son los que los puedan hacer en la presencia del Señor Eucaristía, donde está Él en cuerpo, alma, sangre y divinidad”, recomendó Mons. Alvarez.

Porque  la oración, hermanos, es nuestra transfiguración

“Si es en la oración donde nos transfiguramos todos por esta acción que el Señor va haciendo en nuestra vida, en nuestros pensamientos y sentimientos, el camino para llegar a eso, para llegar a la transfiguración es la cruz y, en esto, el Señor siempre como en todo nos ha hablado claro -si alguno quiere ser mi Discípulo que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga -«, cito el Prelado..

“La cruz es inherente a nosotros, la vida trae cruces, algunas son temporales y pasajeras, sí, y otras son más permanentes; hay cruces temporales y pasajeras, momentos difíciles en la vida, pero que pasan, que terminan pasando, que van a pasar, ¿son cruces?, claro que sí, porque nos hacen sufrir, pero son pasajeras, son temporales; otras son más permanentes, pienso en las enfermedades crónicas, pienso en el sufrimiento con un hijo, una hija, en el mismo matrimonio. Cada uno de nosotros puede identificar cuáles son sus cruces temporales y pasajeras y cuáles son las más permanentes, pero… esta cruz, amadísimos, hay que cargarla rectamente asumida”

Cargar la cruz en silencio interior y exterior

Ante esto, el señor obispo compartió su  experiencia personal: “Para cargar la cruz rectamente asumida, lo primero es hacerlo en silencio, ¡no!, la cruz no se puede cargar alardeando, no se puede cargar la cruz protagonizando, haciendo alardes del sufrimiento de la dificultad por la que estás pasando, la espiritualidad de la cruz en primer lugar es el silencio, el silencio interior y por lo tanto, el silencio exterior”, aconsejó.

El obispo de Matagalpa, rememoró que “Cristo en el camino a la cruz y en la cruz ¡ven!, no blasfemó, no alardeó, no protagonizó, fueron a penas 7 palabras las que dijo en la cruz, por eso, junto al silencio, en la espiritualidad de la cruz tiene que haber humillación; toda cruz, hermanos, pasajera, temporal o permanente o más permanente nos humilla, claro que sí, nos humilla, porque es pesada y entonces muchas veces como a Cristo nos tira al suelo, pero es parte de vivir rectamente la cruz, la humillación, el abajamiento, el rebajarse, el callarse, el hacer silencio y todo esto, hermanos, amadísimos, nos va purificando” dijo enfáticamente.

“Estos son misterios divinos en los que el Señor nos va educando y nos a poco a poco inspirando y nos va enseñando y, cuando esa cruz se vive rectamente asumida, entonces se llega inevitablemente a la transfiguración. El fin de nuestra vida no es la cruz, es la transfiguración; el fin de nuestra vida no es la cruz, es la resurrección. La cruz es solamente el camino que nos lleva a ese momento de glorificación no humana, no mundana, sino de glorificación en el Señor Jesús”