“La ley debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la ley (San Agustín). Cristo es Señor de la vida eterna, el pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y el corazón de los hombres, pertenece a Cristo redentor del mundo”, observó  Su Exc. Rev. Mons. Rolando José Alvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Esteli, en  su mensaje dominical del V domingo de Cuaresma y agregó: “- Parafraseo a San Agustín, el que este sin pecado tire la piedra, esta es la voz de la justicia, cúmplase la ley, la ley justa, la ley que sirve al pueblo como instrumento de justicia y de paz, la ley que sirve para pacificar, una ley que esté al servicio del hombre, y no el hombre al servicio de la ley, una ley que no sea arbitraria ni irrepetuosa de los derechos humanos, que son inviolábles e inalienables”

“Jesús inclinado, escribía con el dedo en la tierra para manifestar que aquellos únicamente, escribas y fariseos, debían escribir en la tierra y no el cielo, donde había dicho que sus discípulos se alegrarán de haber sido inscritos”

“Ya es tiempo, continúa San Agustín, de que su ley se escribiése en la tierra y fructificase, no en piedra estéril como antes, así pues, aquellos, heridos por la voz de la justicia, como por una flecha, y encontrándose culpables, uno tras otros se retiraron todos”, sostuvo el Jerarca de Matagalpa.

“Cristo es Señor de la vida eterna, el pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres, pertenece a Cristo como redentor del mundo. Quien juzga se equivoca siempre, porque se pone en el lugar de Dios, que es el único juez, ocupa precisamente ese puesto y se equivoca de lugar. Quien juzga, vive en la confusión, cambiando la paja en el ojo del hermano, por la viga que le obstruye la vista”

“Quien juzga acusa siempre, en el juicio contra los demás siempre hay una acusación, exactamente lo opuesto de lo que Jesús hace ante el Padre, Jesús jamás acusa, sino que al contrario, defiende, Él es el primer paráclito, en la práctica, con la capacidad de juezgar se considera que se tiene la capacidad de condenar, vienen juntos, juicio y condena, condenamos a los vivos, condenamos a los muertos, ¿somos mejores que los otros?, ¿acaso nos hemos olvidado de nuestra viga?, ¿acaso somos capaces de entrar en la conciencia del otro, en el dolor, tal véz oculto en corazón o en su arrepentimiento?, ¿tenemos listo nuestro cúmulo de piedras para lanzarlas? Insistió interrogando.

“Ya lo hemos dicho antes, ojo enfermo envidia, juzga y acusa al prójimo, ya no se ve la realidad como es, incluso puede ocurrir que se juzgue y se condena a alguien por daño que nunca a cometido”

 

“El odio que nubla la razón, y la persona se dispone a terminar con el otro, juzgando, condenando, y cometiendo las más graves injusticias contra la dignidad humana; sin embargo, no podemos permanecer en silencio ante el mal, afirma el Papa Benedicto XVI, y por esto, es tan necesario la corrección fraterna, cuando se pueda, la corrección con misericordia, cuando se cierren los caminos, la oración”, instó el Prelado.

“Que esta corrección sea sin ira, sin odio, sin deseo de venganza, muy al contrario, debe ser para el reencuentro, restrablecer lo que se necesita restablecer, no podemos estar echándole leña al fuego, aún el dolor que alguien te haya causado,  nunca juzguez, nunca condenes, espera el tiempo de Dios, porque Cristo no desea la condenación de nadie, quien juzga y acusa en un imitador del gran acusador, del que nos acusa ante nuestro Dios, día y noche, ese va siempre detrás de las personas para acusarlas ante el Padre, no juzguemos y no seremos juzgados, no condenemos y no seremos codenados, con una medida fuerte y rebosante se nos compensará”

 

Jesús, salva a una mujer de la condena muerte, la salva en medio de una trampa que los escribas

 

Mons. Alvarez Lagos refirió el texto evangelico cuando los  escribas y fariseos “ –Le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a Él le dijeron: maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio, Moisés nos manda en la ley, apedrear a estas mujeres, ¿tú qué dices?, si el Señor decía que sí ¿dónde quedaba la misericordia que él predicaba y proclamaba, y manifestaba con los signos en la instauración del reino de su padre?, si el decía que no, ¿dónde estaba la observancia de la ley de los preceptos de Moisés y del pueblo de Israel? – Era una verdadera trampa para ver si daba un paso en falso; sin embago, también, aquí no solo está en juego, entonces la vida de esta mujer, sino también la vida de Él.

“Aquí en realidad, estan queriendo juzgar y condenar no solo a la mujer, sino al mismo Señor, y es misteriosamente maravilloso cómo la mujer y Jesús, diría el Papa Francisco:  -la miseria y la misericordia se encuentran solidariamente en el mismo peligro, tanto es el amor de Dios por la humanidad, que siendo Él, el inocente por excelencia, se coloca en igualdad de condiciones con esta mujer, puede ser ella juzgada y lapidada y llevada a la muerte, e igualmente puede ser Él si cae juzgado y condenado y llevado a la muerte”, manifestó Mons. Alvarez Lagos.

 

Le preguntaban esto para ponerle una trampa y pode acusarlo

“Pero Jesús realiza un gesto, si me permiten la expresión, hasta cierto punto enigmático, indescifrable, y -Se agachó, se puso a escribir en el suelo con el dedo, San Agustín logra interpretar y discernir este gesto, diciendo que el Señor está escribiendo en la tierra, como Dios escribió con su dedo las tablas de la ley de Moisés”

 

“Pdríamos afirmar en aquel signo, la ley del Antiguo Testamanto, es preparación y le da paso en este momento al precepto del Nuevo Testamento, la Antigua Alianza se ha cumplido en Jesucristo que es la Nueva Alianza, y San Agustín afirma: se agachó para no mirarles, a aquellos acusadores y tramposos; pero el Señor se incorporó, y se incorporó para dar su veredicto y su sentencia final: –aquel de ustedes que no tenga pecados, que le tire la primera piedra”

“-Se volvió a agachar, y siguió escribiendo -, porque el precepto de la Nueva Alianza, es el precepto del perdón, del amor y de la misericordia. Al oír aquellas palabras los acusa, se ha acercado directamente a la miseria. Jesús se enderezó, y le preguntó a la mujer, siempre he visto en este enderezarse, la mirada tierna, amorosa, misericordiosa y penetrante de Jesús que transforma los corazones, la misericordiosa y penetrante de Jesús que transforma los corazones, siempre he visto en este enderezarse la mirada amorosamente tierna de Jesús, que no juezga, que no señala, que no condena a la mujer, sino que la estremece con su misericordia, pentrando en lo más profundo de su ser, y haciendo que el corazón se convierta”, subrayó el obispo.

“ Y le preguntó, – ¿Mujer, dónde estan los que te acusaban?, este es un título, Mujer, en Antiguo Testamento y también en el Nuevo, solo se le llama mujer,  a un grado de dignidad como su madre, ya dirá luego el Señor, recuerden, ¿quiénes son mi madre y mis hermanos?, los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, esta mujer ha comenzado a escuchar la palabra, y a comenzado a dejarse seducir por el Señor y Él la dignifica a tal grado y altura, ¿nadie te ha condenado?, ella le contestó: – no, nadie Señor; y Jesús le dijo tampoco yo te condeno, vete y ya no vuelvas a pecar”

 

Este texto, es un anuncio maravillo para todos nosotros

“Amadísimos, de la misericordia del Señor, con todo hombre, con toda mujer, y una misericordia que siempre espera, que es siempre paciente, que es siempre el Dios que va caminando a nuestro lado y a nuestro paso”, insistió.

Mons. Alvarez Lagos dijo que al meditar la palabra de este día pensó “Que también hoy podríamos llamarle a este domingo, Gaudete, alegría, gozo, júbilo; porque contamos con un Dios misericordioso, viene a nuestra memmoria, el encuentro de Jesús con Zaqueo, aquel publicano, aquel pecador público, aquel hombre que había vendido y traicionado a su pueblo, a los de su propia raza, que les robaba, que se enriquecía de la pobreza de sus propios paisanos, compatriotas, vendido al imperio romano, y el Señor le dice: Zaqueo, baja rápido que hoy tengo que hospedarme en tu casas; viene a nuestra memoria también, el pasaje de aquella mujer que entró a casa de Simón el fariseo, para enjugarle los pies a Jesús con sus lágrimas, secárselos con su cabello y perfumarselo con su perfume”, resumiendo varios pasajes bíblicos.

“Siempre he pensado también, que el costo, el valor de este perfume, era la prostitución, así se ganaba la vida la mujer y con ese dinero compró el perfume, anunciaba además, la muerte del Señor, cuando las mujeres fueron de madrugada a llenarlo de aromas, y el Señor deja, deja nuevamente, que la miseria se encuentre con la misericordia, el Señor no tiene escrúpulos ni falsos respetos humanos, deja ser tocado tocado por esta muje, deja el valor, el precio de aquel perfume, también a Él, lo preparea a su muerte”

 

“Reflexionábamos en la parábola del Padre Misericordioso, un padre que sufre por amor, entregándole la herencia que le correspondí al hijo menor, y sabiendo que él la iba a malgastar, y iba a llegar a lo más bajo de su propia desgracia; pero es un amor sufrido, que aún sabiendo esto, respeta sacrosantamente la libertad humana, por eso decíamos que, en toda la omnipotencia de Dios, en todo su poder, solo hay una cosa que Él no puede hacer, y es aquello que nosotros no queramos que Él haga en nuestra historia, en nuestra vida; solo hay algo que Dios no puede hacer y es aquello que nosotros con nuestra libertad no le permitamos realizar”, fundamentó.

Dios al perdonarte, olvida tus pecados, en el libro de la vida

“Como dice el Apocalípsis, ahí en las páginas donde estan escritas nuestras faltas, una vez perdonados por el Señor, la sangre del Cordero de Dios, borra de esas páginas todos nuestros pecados perdonados, y ya no existen, y el día en que nos presentemos ante el Señor, justo juez, y único y verdadero juez nuestro y de la historia, tengamos absoluta seguridad que esos pecados perdonados no nos serán tomados en cuenta”, animó el obispo de Matagalpa.

“Este es el día, en que el Señor, nos anuncia su corazón abierto, amante y amorosos, misericordiosos y tierno para todos nosotros, los cercanos y los lejanos, unos y otros, sin ningún tipo de distinción o diferencia, la misericordia de Dios nos alcanza a todos, la misericordia de Dios nos invita a todos a ir hacia la conversión a dejar atrás lo antiguo”

“Dejar atrás nuestra vida anterior, nuestros pecados, nuestra fallas, arrepentirnos, llorar nuestras debilidades, quebrantar el amor que Dios nos tiene, confesar nuestros pecados y recibir el perdón de Dios, para que el Señor pueda hacer fiesta con nosotros, para que el Señor pueda revestirnos de su gracia, de su alegría, de su bondad y poder sentir y experimentar en nuestros corazón, la paz interior que solo Él puede dar”, aseguró el obispo.