Durante la celebración de la Fiesta de la Ascensión del Señor, Su Exc. Rev. Mons Carlos Enrique Herrera, Obispo de Jinotega,  dijo en su homilía  que fundamentado en la Palabra de Dios escuchada  “Creer en el Señor es abrir su corazón, es confiar en Él, es orar, es sentirlo, es invocar el Espíritu del Señor, para que venga en nuestro auxilio, para que ilumine los momentos de esta historia, porque un día hemos de creer y confiar;  que así como Cristo que es nuestra cabeza, está a la derecha del Padre, nosotros, que somos su cuerpo, estaremos un día con él también”.

El obispo de Jinotega  meditó que “El Señor dice volveré a ustedes,  a nuestros corazones con la acción del Espíritu, para tener morada, para seguir sufriendo por nosotros y en nosotros, Él sigue sufriendo, entonces, que importante es esto, y de ahí transformar esta sociedad, si nosotros los cristianos, no transformamos la injusticia en la justicia, en amor, en la paciencia, en la honestidad, como frutos del Espíritu, el gozo y paz; entonces  no transformamos esta sociedad dividida ¿Cómo  vamos a  transformar esta sociedad?” Interrogó.

Reflexionando de esta manera  que “posiblemente nosotros tenemos ese pecado porque no transformamos esta sociedad dividida, la sociedad con buen porcentaje de corrupción, la sociedad con esperanza, porque los cristianos poco estamos haciendo, por no decir nada, poco. Por eso es importante en esta fiesta de la Ascensión del Señor poner nuestra mirada  en el cielo; pero desde aquí  en la tierra, ¿Qué  nos está pidiendo  el Señor?  ¿A qué nos está exhortando para poder un día ser coherederos de Cristo?” Interpeló el Religioso.

Explico  que “la vocación primeramente  como hijos de Dios; la vocación que cada uno tenemos también, aquí en la tierra: Padre de familia, Educadores de la fe, Papa, Obispos, Sacerdotes, laicos comprometidos; el Señor llama a servir, y esa vocación tenemos que vivirla,  consolidarla cada día con la oración, con la fidelidad : un solo bautismo, un solo señor, un solo Dios verdadero”.

Mons. Herrera subrayo que “Esa es la tarea de nosotros, ser instrumentos del Señor, evangelizar, despertar la vocación en aquel hermano, constantemente, a través de la oración, a través del consejo, a través de la palabra de Dios, es algo que estamos comprometidos porque hemos recibido el Espíritu Santo, porque ya nosotros nos hemos dado cuenta de nuestra vocación de hijos de Dios; y ser hijos de Dios, es porque anhelamos estar un día con Cristo, nuestro hermano mayor, somos coherederos del reino de Dios; por eso, es que esta ida del Señor, pues es físicamente, si no que está presente derramando su Espíritu.

Vemos en los lugares de persecución, cómo los cristianos se mantienen firmes, y ¿Por qué será?,  ¿Por qué?, porque tiene esa acción de Espíritu, por ese ardor y ese  fervor de permanecer firmes en su fe , es lo que les hace perseverar, a pesar de las persecuciones, a pesar de tantos mártires, en estos lugares, ellos siguen perseverando.

Así, también nosotros en nuestros ambiente, en nuestra realidad, debemos perseverar, debemos ser firmes, debemos afrontar las realidades, con mucha fe y confianza, con la fuerza del Espíritu que el Señor nos está dando cada día porque lo invocamos  que venga en nuestro auxilio, porque le pedimos a Él que nos acompañe cada día en nuestra vida, y eso es, a veces nosotros, como decimos popularmente, nos ahogamos en un vaso de agua, ¿Porqué?, porque no abrimos nuestro corazón, no confiamos en el Señor, creo que nos falta más esa confianza en el Señor, esa solicitud a su Espíritu que venga en nuestro auxilio, esa paciencia y humildad, como decía el Apóstol, ¿ Cómo tenemos que vivir esa vocación?, en la humildad y en la sencillez de Cristo, del reino.

“Todavía algunos, preguntaban a Jesús, ¿Es que ahora vas a establecer el reino?, el reino, social, político.. no, el reino de Cristo es espiritual, que no se olvida de lo temporal, porque estamos aquí; pero ante todo tiene un futuro  y ante todo está dentro de nosotros” enfatizo.

Mons. Herrera animó a la feligresía diciendo “No perdamos  la esperanza de estar, un día, donde Cristo está ahora, a la derecha del Padre en esa comunión, en esa vida nueva, igual nosotros tenemos que trabajarla cada día como  nuestra vocación, como hijos de Dios que es lo más grande para nosotros. Que Dios les haga permanecer, perseverar, es este don tan grande, en esta identidad tan grande que es ser hijos de Dios, coherederos con Cristo de su reino”.