“Nicaragua solo tiene dos caminos: ver hacia atrás como la mujer de Lott, y quedarse inmóvil en sus errores o bien, ser como dice la palabra del Señor, un pueblo sabio y prudente”, manifestó Su Exc. Rev. Mons. Rolando José Álvarez Lagos, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, en su mensaje este domingo 29 de agosto, en la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol, y agregó que este pueblo  “sabe  reconocer y perdonar sus errores con justicia, con equidad y nobleza”, dijo.

El Jerarca  destacó que “No dudo que como gran nación que somos podemos, sin exclusión, hacer un alto, conversar, corregir, perdonarnos con base al derecho fundamental a la verdad y celebrar por primera vez en nuestra historia este próximo mes de Septiembre, nuestra verdadera independencia, una independencia a toda forma de neocolonialismo, independencia para resolver nuestros propios problemas, hacer nuestra propia acta de independencia”.

Asimismo,  invitó a la feligresía presente, a  quienes lo ven y escuchan por la radio, Tv y redes sociales a:

“Atrevernos, en medio de las dificultades y adversidades que enfrentamos, en libertad entre todos, hacer un acta que defina las reglas básicas, mínimas y no excluyentes para ser una organización social que viva en convivencia y paz, crecimiento económico y desarrollo y prosperidad social, y dejemos la paz de los cementerios en el pasado”.

“Atrevámonos, asumamos el reto, escribamos nuestra acta de independencia de justicia, de paz, de seguridad, y pongámosla en práctica”, exhortó Mons. Álvarez Lagos.

“Solo así, viviremos y entraremos a tomar posesión de la tierra que nos promete el Señor, el Dios de nuestros padres”. Hagamos nuestra historia, observemos nuestros compromisos, respetemos nuestra palabra como lo hicieron nuestros abuelos, y pongamos en práctica nuestra decisión de ser una sola nación, porque solo así seremos sabios y prudentes a los ojos de Dios. Amén”, sostuvo.

Respetar dignidad de la persona humana

El Prelado, dijo en contexto de la Palabra proclamada que “Una vez que cualquier ley del tipo y género que sea, pierde el espíritu y se queda solo en la letra, se convierte en ley de muerte. Uno  debe respetar la dignidad de la persona, sino que estando al servicio de la dignidad humana, promueve también el bien común”, advirtió.

En la reflexión del Evangelio relató que “El Señor hoy habla  con dureza. Al punto de usar  uno de los adjetivos más fuerte y utiliza contra estas castas de la religión del Antiguo Testamento  –hipócritas–   no es el incoherente, – no un divorcio entre la fe y la vida- o como diría el Papa San Juan Pablo II: – entre la fe y la cultura, entre la fe y lo que somos-, esa es la incoherencia, está diciendo y afirmando cosas en las que ni él mismo cree. De ahí que el Señor reprende duramente a escribas, fariseos”, explicó.

El  Eclesiástico formuló interrogantes: “ ¿Cómo hacer?, ¿Cómo lograr para que nosotros no caigamos en esos formalismos legalistas, no caigamos en la ley por la ley, dejarnos llevar por una ley, unos mandamientos, unos preceptos del Señor, pero en la libertad de los hijos de Dios?”.

 

En este sentido expuso el ejemplo, de cuando una persona con mucha buena intención “Con muy buen fervor y devoción hace una promesa al Señor, a La Virgen, a los Santos, pero por alguna razón que va más allá de su propia voluntad y de esa misma buena intención, no logró cumplirla, inmediatamente vienen aquellos escrúpulos de conciencia,  viene aquella fuerza que sofoca la conciencia, la mente, el espíritu de la persona y aparece inmediatamente el Dios castigador, el Dios implacable que te va a pasar la cuenta porque no le cumpliste su promesa. Y te volviste y sustituiste al Dios auténtico que es el Dios del amor misericordioso, el Dios que es siempre fiel a nosotros, el Dios que nunca quiere nuestro mal, el Dios que siempre está dispuesto a darnos una nueva oportunidad, escucharnos y a conversar con nosotros”, manifestó.

El Señor está sufriendo con nosotros, quiere derramar su bendición, su Gracia, su milagro

El obispo meditó esta pregunta:” ¿Cuántas veces, también, ante una necesidad vamos con el Señor, con La Virgen, con un Santo de nuestra devoción, le pedimos un favor; pero a cambio de una promesa en la que nosotros creemos el Señor está poniendo su mirada? respondió,  es decir, no estamos en el fondo llegando ante la presencia del Señor con nuestras necesidades, confiando únicamente en su amor hermoso”, al tiempo que retomó palabras de  San Juan Pablo II … –llegar confiando solo en su amor hermoso nos bastaría- para saber que estamos siendo escuchados, que el Señor está sufriendo con nosotros,  derramar su bendición, su gracia, su milagro, su prodigio; sino que allá en el fondo digo:

“Ponemos nuestra confianza, fíjense bien, en lo que le estamos prometiendo al Señor, la confianza y la tranquilidad de conciencia está en lo que prometimos y no en el amor que Él nos tiene; en ese momento también hacemos una sustitución, un cambio del Dios que por amor me escucha, al Dios del intercambio comercial que me da si yo le doy, que le doy para que Él me dé”

 

Mons. Álvarez Lagos aclaró que no significa que “Nuestras promesas sean incorrectas, no, son válidas, son justas y, todos las hacemos; pero deben de ser ofrendas agradables al Padre, deben de ser ofrecidas como Acción de Gracias, como un don y un cántico de alabanza al Señor, deben ser ofrecidas como el óbolo de la viuda, como el muchacho de los cinco panes y dos peces, como el óbolo de la viuda de Sarepta que le dio de comer con lo poco que tenía al Profeta Elías; es decir, una promesa que está confiando en el amor de Dios y que lo que está ofreciendo es sencillamente una acción de gracias, una alabanza a la misericordia del  Señor”

Al tiempo que explicó “¡Ven! como cambia, totalmente y, entonces nunca sustituimos al Dios del amor. Y a veces, si no tenemos cuidado en nuestras prácticas religiosa, estos legalismos formalistas o estos formalismos legalistas donde lo que rige es la ley por la ley, se lo aplicamos a los demás, cayendo además en juicios. Se lo aplicamos a los demás como si nosotros tuviéramos una lista de requisitos que hay que cumplir para saber si  es o no se es cristiano”, dijo.

Los otros deben de vivir la libertad de los hijos de Dios – el amor es la máxima Ley

“También los otros deben de vivir en la libertad de los hijos de Dios, igual que vos, igual que yo. Ninguno de nosotros podemos juzgar al hermano, no podemos medir su conversión, no podemos decir si está en camino o no de conversión porque cada persona va llevando su propio camino con el Señor, de la mano del Señor, de la mano del Señor y, es con Dios que él va relacionándose y escuchando y escuchando esos preceptos, escuchando esos mandatos y, el Señor como buen educador, como buen alfarero, va tomando la vida de ellos y de cada uno de nosotros como el barro, la arcilla que se va modelando y configurando poco a poco, dejando que sea su amor y no la ley, y no la ley el que vaya haciendo su corazón semejante al de el Buen Pastor”

“No podríamos quedarnos únicamente en ellos, en realidad, lo determinante, para nunca caer en formalismos legalistas, para nunca ser hombres y mujeres de la ley por la ley, de una ley que no está al servicio de la persona, del ser humano, su dignidad que no la respete es el amor, el amor es la máxima ley”

 

El eclesiástico rememoró el pasaje de la Sagrada Escritura (Mt 22,36-40) “ –Maestro, ¿Cuál de los mandamientos es más importante?, amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo-. Recuerden  (Jn 13,34) –Un nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros como yo los he amado-. Recuerden (Jn 15-13) –Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos y, ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando-“, sitó.

“La ley suprema es el amor; por eso San Agustín decía «ama y has lo que quieras» porque el que ama auténticamente nunca podrá hacerle daño al otro, el que ama auténticamente no será un juez del otro, mucho menos, el que ama vivirá en la ley perfecta, el que ama ya podrá estar seguro que nunca será un legalista, que nunca va a aplicar a él y a los demás la ley solo por la ley, el que ama ya podrá estar seguro que está realmente viviendo los preceptos y mandamientos del Señor, conforme al corazón de Dios”, subrayó.

Asimismo, recordó a San Gregorio Magno, quien –A todos, a todos y cada uno de nosotros se nos ha dado un talento por igual y, ese talento es el del amor. ¡Es bello! porque los talentos normalmente entre unos y otros son distintos; pero, según San Gregorio Magno, hay uno en el que todos coincidimos, hay uno al que todos se nos ha dado y, es la capacidad de amar, es el poder amar. Y ese talento, amadísimos, tenemos que multiplicarlo”, animó el obispo.

“El talento del amor, el amor al prójimo, el amor a los demás, el amor que se debe de transformar en caridad y, entonces, recordamos a San Juan de la Cruz que nos dice, allá al final, al atardecer de la vida -Todos seremos juzgados por el amor- «

 

Fíjense cómo es el amor, la ley suprema, que será el amor quien… en definitiva, nos juzgará.

“En el atardecer de la vida seremos juzgados por el amor. Inmediatamente viene a nuestra mente a nuestro corazón la parábola: –Porque tuve hambre y me distes de comer, tuve sed y me distes de beber, estaba enfermo y me visitaste, en la cárcel y llegaste a verme, era un forastero y me hospedaste. Señor, ¿cuándo hicimos esto? – siempre me ha encantado esa expresión, porque esa gente vivía tanto en el amor, era tan buena que ya ni se daban cuenta de cuándo hacían esas cosas”, recalcó.

Agradece a quienes  ayudan a la Iglesia y llama a seguir cuidandose

Antes de impartir la bendición, Monseñor Álvarez agradeció a quienes han escuchado los diversos llamados realizados para mantener las diversas obras y labores de la Iglesia, como el Canal Católico y la Radio Católica de Nicaragua, a quienes desde ya están colaborando con la pintura y restauración de Catedral.

Asimismo, pidió seguirse cuidando ante la pandemia del COVID-19, cumpliendo todas las medidas de prevención.