“Jesús nos invita a pasar a la otra orilla, no podemos continuar viviendo como si se estuviera en guerra de todos contra todos y contra todo. Jesucristo experimentó en sí mismo y de modo desgarrador la trágica, dramática y abismal distancia que existe entre el odio y el amor, entre la mentira y la verdad, entre el pecado y la gracia” meditó en su homilía  Su Exc. Mons. Rolando J. Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa, tras animarnos a que:  ”Invitemos a Jesús, todos, católicos y no católicos, incluso a los escépticos  a la barca de nuestra vida, de nuestra Nicaragua. Entreguémosle cualquier zozobra o agitación interior o externa que pretenda quitarnos la paz”, sostuvo.

El Prelado dijo a los nicaragüenses: “No tengamos miedo, el miedo  -ha dicho el Papa Francisco, en el Ángelus de este día-  nos lleva como a  los Discípulos que se habían dejado llevar por el, ya que se habían quedado mirando las olas,  más que mirar a Jesús. Y el miedo nos lleva a mirar las dificultades, los problemas difíciles y no mirar al Señor, ha dicho el Papa”, mencionó.

Asimismo,  meditó sobre las interrogantes de los Discípulos e igual a preguntas de Jesús: “Maestro, ¿No te importa que nos hundamos?. Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: cállate, enmudece; entonces la tempestad cesó y sobrevino una gran calma y les dijo: ¿Po qué tienen tanto miedo?…”, Al tiempo que insistió: “Puede ser de tarde o puede ser noche ahora, pero no tengamos miedo, no tengamos miedo a la fuerza del amor, la fuerza del amor es indestructible e invencible. El Señor manifestó que el amor es una fuerza invencible, así lo manifestó en su pascua, en la santidad del camino que eligió para salvarnos, para liberarnos del dominio del mal”.

Mons. Álvarez Lagos expresó que: “Solo Dios, el Creador, puede dominar, gobernar y silenciar; sin embargo,  hay otra fuerza positiva que mueve el mundo y la historia, nuestra historia y que es capaz como la levadura, como la semilla sembrada en buena tierra que crece silenciosamente, transformando todo desde dentro, y esa fuerza es el amor de Cristo”.

Al referirse al Evangelio del día, dijo que: “Al igual que los discípulos experimentaremos que con Él abordo no se naufraga, porque esta es la potencia de Dios, convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso, lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas porque con Dios la vida nunca muere”, afirmo enfáticamente.

La fuerza de la esperanza es indestructible

El Obispo  de Matagalpa animó  a la feligresía a no tener miedo a la fuerza de la esperanza “La fuerza de la esperanza es indestructible e invencible, la esperanza es inquieta, espera y trabaja por lo que espera, no se puede vivir excluyendo al otro, no podemos negarnos la oportunidad de construir un país para todos, debemos aprender la tolerancia, el respeto al criterio del otro, debemos seguir insistiendo que los problemas de Nicaragua, debemos resolverlos los nicaragüenses, esperemos aún, en contra de las peores adversidades y trabajemos incansablemente por la justicia y la paz”, dijo.

La fuerza de la libertad es indestructible

Igualmente, el Ordinario de la Diócesis invitó a no tener miedo a la fuerza de la libertad, “No tengamos miedo a la fuerza de la libertad, porque para ser libres, nos liberó Cristo. La fuerza de la libertad es indestructible e invencible. Cristo es nuestra paz y nuestra esperanza. Él nos libera del pecado personal y social, del pecado individual y estructural, porque aún las estructuras más sofisticadas y los modelos mejor estructurados, si no nacen de un corazón nuevo, tarde o temprano fracasan y se convierten en injustos”, aseguró.

Mons. Álvarez Lagos insistió que: “La fuerza de la libertad nos garantiza una nueva nación sin exclusiones o un estado funcional moderno y pluralista”, así también instó a que: “Sigamos invitando a nuestra casa a Cristo, doblemos rodillas ante Él, oremos nosotros los católicos y los no católicos, oremos, y quienes profesamos la fe católica, recemos diariamente el Santo Rosario como nos ha exhortado la Conferencia Episcopal de Nicaragua, adoremos, sobre todo, los jueves a Jesús Sacramentado y consagrémonos al Inmaculado Corazón de María, porque cuando las expectativas humanas desfallecen, las esperanzas cristianas apenas comienzan, hermanos”, expreso.