El Obispo de la Diócesis de Juigalpa Su Exc. Rev. Marcial Guzmán, meditó en su homilía de este domingo que: “Quiera Dios que cada familia, pueda reconocer la presencia de Dios cada mañana, pueda orar con Dios y pueda transmitir esa presencia en todo su quehacer, y podamos caminar como ese pueblo de Dios, que somos peregrinos, poder encontrarnos con Él, poder fortalecernos con Él, caminemos con fe, llenos de confianza”, exhortó.

“Hemos celebrado el Inmaculado Corazón de María, consagrándole a todas la familias que habita en esta patria, cada familia que habita en esta Diócesis,  para que sea el Inmaculado Corazón de María, este modelo de salvación y estos dos corazones: el Corazón de Jesús y el Corazón de María, nos sirvan para que encontremos ganas de vivir, ganas de construir el reino de Dios y seguir fielmente al Señor y ojalá saquemos una lección sencilla, orando unos a otros”, manifestó el Prelado.

En su reflexión de las lecturas del día, el obispo dijo que: “El autor sagrado se refiere al pueblo de Israel que está en destierro y cuando regresa de Babilonia, ese pueblo en medio  de las limitaciones necesita una palabra de esperanza, necesita una palabra de ánimo, porque ese cedro que estaba ahí, va a dar nuevos frutos, nuevos brotes, y esto le anima. El profeta Ezequiel, les dice: sabrán que yo el Señor humillo a los árboles altos y elevo a los árboles pequeños y seco a los árboles lozanos y hago florecer a los árboles secos, yo el Señor lo he dicho y lo haré”

Guzmán Saballos agregó que: “Esa alegoría del profeta Ezequiel es para animar a ese pueblo del destierro, para fortalecerlos y que no caminen sin esperanza, sino que tengan la vitalidad de poder descubrir que ese Dios en quién nosotros creemos, no es un Dios que nos abandona, si no es un Dios cercano» manifestó.

Asimismo, en su meditación expresó que: “El evangelista San Marcos nos presenta de que esa semillita de mostaza se va convertir en un árbol que va a recibir a los pájaros y que va a dar también nuevos frutos. Ese reino de Dios que se va germinando en el compartir la fe, en el hacer crecer nuestra fe y en el disponernos de esta fe, para que nos demos cuenta que la semilla es la palabra de Dios, que el sembrar es Cristo y todo aquel que la encuentra, ese vivirá para siempre”.

Retomando Así, el ejemplo de San Antonio de Padua “Nos enseñó, con su vida ejemplar, sencilla, igual que San Francisco de Asís que va a abrazar también, como testigo de abrazar la pobreza, de abrazar la confianza plena en Dios, que el reino de Dios está entre nosotros”.

“Pedimos a San José, en este año particular que él fortalezca, nuestra fe, que él nos proteja y nos anime para que demos frutos donde sea, donde estemos, y caminemos alegres” dijo el Obispo.