El Obispo de la Diócesis de Juigalpa Su Exc. Rev. Marcial Guzmán, meditó en su homilía de este domingo que “El triunfo de María nos llena  a cada uno de esperanza. Sí, al mirarla gloriosa, en esa figura victoriosa por el poder de Dios, tenemos la confianza de que también nosotros que somos el cuerpo de Jesucristo, estamos llamados a participar bajo su guía, su cuidado maternal, avanzando hacia la transfiguración gloriosa de nuestra existencia, hacia la plena participación de ese amor, de la comunión con Dios hacia la gloria definitiva, la máxima felicidad que solo Dios puede dar al ser humano”

El Prelado refirió que “Nos acompaña la certeza de que Santa María, Asunta a los cielos no se desentiende, no se olvida de sus hijos terrenos; todo lo contrario, ella desde el cielo ejerce activamente y por eso, no estamos equivocados al decir que María es madre de nosotros pecadores, que María también como mujer experimenta el sufrimiento de cada hijo, de cada hija que va en la búsqueda de hacer la voluntad del Padre; ella en el dolor que le ha confiado desde la cruz su Hijo, cuando allá en aquella cruz le va a poder decir –Mujer, he ahí a tu hijo, hijo he ahí a tu madre-. y desde ese tiempo, María va a acompañar en ese dolor.

“Ella enaltecida y glorificada al lado de su Hijo como Madre nuestra que es, nos sigue acompañando, sigue intercediendo por nosotros, continúa alentando nuestra esperanza y confiando en aquellas promesas de su Hijo que no cesa de invitarnos a vivir condición de eternidad, cuidándonos, protegiéndonos, educándonos con las palabras y el ejemplo de su vida entregada al amoroso y servicial cumplimiento del Plan Divino

El Prelado exhortó a que “No tengamos desconfianza de agarrarnos de la mano de la Madre, no tengamos una actitud de orgullo, de despreciar la cercanía de la Madre, no tengamos la indiferencia de no descubrir a su Hijo entre nosotros, que es el único salvador, es el que persevera y el que guardará esta Santa Madre Iglesia, en la cual todos formamos parte que nada ni nadie la podrá destruir, ni el demonio mismo porque el demonio  ha sido derrotado, ha sido acabado con la resurrección de Jesucristo, con la gloria que también Dios quiso levantar a la Virgen María”, aseveró.

 

 

Hizo un breve recorrido histórico sobre este Dogma de la Virgen, recordando fue el  primero de noviembre de 1950, cuando el Papa Pio XII proclamó la Constitución Munificentissimus Deus, la acción de que María subió a los cielos. “Pronunciamos, declaramos y definimos ser Dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado su curso su vida terrena fue Asunta en cuerpo y alma a la gloria de Dios«, sostuvo.

La Asunción de la Santísima Virgen

“En este caminar de la era cristiana radica en la relación particular en ese misterio de la resurrección de Jesucristo. La Asunción de María en cuerpo y alma al cielo ha sido proclamado como Dogma, expresamente escuchábamos las palabras de definición del Papa que nos muestra, el Papa Pío XII en 1950, lo que debemos de creer los cristianos y la Iglesia lo declara para que no quedamos confundidos, sino lo ha ratificado para que estemos seguros, lo creamos y porque lo creemos también nosotros estamos llamados”, sostuvo Guzmán Saballos.

El Prelado enfatizó que “Es una lucha diaria y esta lucha diaria, nos contaba Apocalipsis cuando aquella expresión del mal, del dragón que quería ofuscar, acabar con la vida que estaba naciendo de aquella mujer, iba a constituirse en un misterio propio de salvación; esa es la lucha diaria, también, es la que nosotros, cristianos tenemos que aprender a estar con Dios, a escuchar a Dios, el demonio no podrá contra Dios, el mal no podrá contra el bien, porque el bien está por encima de todo, el odio no podrá contra el amor, porque el amor está por encima de todo”, subrayó.

“El  amor de Dios nos impulsa a llenarnos de esta misma experiencia y no solo porque nunca estamos solos. Dios va a nuestro lado, Él nos ha creado, Él nos ha mantenido y nos mantendrá con aquellas palabras de promesa de Jesús que nos ha dicho: «- yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo-. Una promesa que se ha constituido la realidad de la Iglesia, una realidad que ni el demonio mismo podrá destruirla porque la lleva Jesucristo en sus propios hombros”.

“María como humana, instrumento de Dios, pregonera también desde el silencio de la oportunidad de la salvación de todos; por eso, que en este Dogma, en el que decimos que María ha sido glorificada después de la muerte, levantada, en efecto, para nosotros, este misterio de la resurrección tiene un valor importante porque podemos decir que ella ha anticipado de un singular privilegio de Dios mismo”, manifestó.

El obispo subrayo que  contemplando en este misterio el año de San José, en esta circunstancia en el que también vemos que María no está sola, María ha vivido en su familia de hacer la voluntad de Dios, María ha vivido como todas las jovencitas, cómo hacer esa voluntad de Dios, tomando también la experiencia de San José, encontrando un hombre justo, un hombre santo, un hombre que va a cuidar de lo que Dios le está confiando y, es por eso, que la relacionamos con esa vida de amor, de entrega de San José y ella en ese diálogo constante, en esa expresión de custodiar la vida del Señor”, dijo

“Y al contemplar nosotros este día, la victoria sobre el pecado, la victoria sobre la muerte, nos animamos a poder… no quedarnos atrás arrinconados, no quedarnos indiferentes como si no participara con mi propia vida sino al contrario, invitándome a un compromiso de vivir la realidad el Evangelio, de vivir la experiencia del cuidado del amor”, expreso el eclesiastico.

“El Evangelio de San Lucas 11,28 nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo sentado a la derecha del Padre y donde está también esa humilde sierva, humilde esclava, como ella misma se ha dicho en el Evangelio que acabamos de meditar, el magnificat cuando le pide aquella respuesta y ella le dice  –Aquí está la esclava del Señor– , la que va a dedicar tiempo, talento, la que va a dedicar su inteligencia, su capacidad, sus esfuerzos para que la gloria de Dios permanezca para siempre”, aseguró Guzmán Saballos.

El señor Obispo agradeció  a las personas que responsablemente han vivido la fe, incluso, con mucho sacrificio,” limitándose a vivir por el bien de los demás, no dejándose llevar por sentimientos que llevan a la euforia simplemente, sino que con toda responsabilidad y es así como estamos celebrando nuestra fiesta patronal en honor a la Virgen María que es Asunta a los cielos”, dijo.

“Pidámosle, pues, esta gracia con especial cariño, para que nosotros también podamos alcanzar la expresión de los hijos de la Iglesia, una Iglesia peregrinante, un signo de esperanza que brilla intenso en el horizonte, signo que nos atrae, signo que nos alienta, nos anima y estimula a seguir sus huellas, a caminar confiadamente hacia donde ella se encuentra, gloriosa ante su Hijo Jesucristo” invito el Ordinario.