Su Exc. Rev. Mons. Francisco Tigerino Obispo de la Diócesis de Bluefields, manifestó  en su homilía del IV domingo de Cuaresma que “La gracia de Dios también se manifiesta de otra forma, que después de que la persona, ha caído en pecado grave, reconoce su necesidad de Dios y de volver al Señor; el ejemplo lo tenemos en el evangelio con La parábola del Padre Bueno, y la razón por la que Jesús dice esta parábola, porque aquellos que creían que tenían todo arreglado con Dios, porque cumplían con los mandamientos, entonces el Señor los tenía que premiar,  y no se trata tanto de que el Señor nos tenga que premiar, si no que la búsqueda de nuestro interior de hacer la voluntad del Padre”, dijo en su reflexión del evangelio proclamado.

“La gracia de Dios es la que nos permite hacer la voluntad que Dios nos pide, evitando el mal y haciendo el bien; y esta gracia de Dios se manifiesta de distintas maneras, en nuestras vidas, a veces, se puede manifestar en una persona, haciendo que, por pura misericordia de Dios,  es algo que lo tienen que reconocer, por pura misericordia de Dios, evita que caiga en un pecado grave”

Haciendo un breve recorrido en el evangelio del día dijo que “Este pasaje es muy conocido por todos, el Padre, el hijo menor, es importante esto, porque el hijo menor, en realidad, no tenía ningún derecho, es el primogénito el que tiene derecho sobre la casa; pero es el hijo menor, desde ahí empiezan las cosas malas, es el hijo menor, el que le dice al Padre:  –dame la parte de la herencia que me toca-, y después rompe este joven, no solo rompe con su padre, todo pecado destruye la relación con Dios, rompe con su hermano, todo pecado destruye la relación entre nosotros, también rompe, podríamos decir con la iglesia en este caso con su casa, y vamos a explicar cómo lo hace”

Un pecado siempre  nos conduce a un pecado más grave

“A veces cuando estamos tratando de saber que un pecado, podemos decir: ese otro paso no lo voy a dar, hasta aquí no más llego; y poco tiempo después descubrimos que hemos caído en eso que decíamos que nunca lo íbamos a hacer, porque el pecado es progresivo, nos va engullendo tan lentamente”

“Es la experiencia de este joven, rompe con su padre, rompe con su familia y se va a un país lejano, en donde malgasta toda su herencia, y finalmente tenemos que recordar que nuestra herencia, nuestra heredad es el Señor; y cae en una situación de pecado tan grave que el evangelio simplemente dice que:- Quiere comer las bellotas que le dan a los cerdos-“, citando el pasaje de la Escritura.

“Y es precisamente en esta profundidad de pecado, nos recuerda el salmo -Desde lo hondo a tí grito Señor, desde lo hondo de mis pecados a tí grito Señor, Señor escucha mi oración, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica -, desde esta profundidad que ha caído, empieza sentirse nuevamente atraído por aquel que nunca le ha olvidado, el padre lo espera”.

“El padre está pacientemente esperando, uno se puede imaginar a esta padre, temprano en la mañana,  –ve al horizonte a ver si su hijo regresa a su casa -; y pudo haber sido de esa manera porque el encuentro que se da entre el hijo y el padre, no es en la casa, es antes de llegar a la casa, esto es importante, porque hasta ahí llega el amor de Dios, tal vez nosotros hubiéramos mencionado : ah, no que me venga a pedir perdón acá, para ver qué es lo que se siente”, sostuvo Mons. Tigerino.

El padre toma la iniciativa

En este sentido manifestó que “Dios toma la iniciativa, sale a nuestro encuentro, y entonces se da ese abrazo de amor. –Todavía se puso en camino hacia la casa del padre,- Estaba todavía lejos cuando su padre lo vio y se estremeció profundamente, corrió hacia él y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos -, y el joven repite lo que había venido practicando durante todo el camino; pero jamás imaginaba esta reacción de su padre”, explicó el obispo de Bluefields.

“Muchas veces, esto también es acción del enemigo que nos echa encima nuestros pecados para que no demos ese paso de acercarnos a Dios, para que empecemos a imaginar que no tenemos perdón”

Hace muchos años, mucho se escuchaba aquella frase: es un irredento, que quiere decir no tenemos perdón de Dios,  -Para Dios no hay nada imposible, un corazón contrito y humillado, tú nunca lo desprecias Señor -, nos dice el salmista; y empieza te restaura, todo lo que había perdido por causa del pecado, y esos son los signos: -Traigan la túnica más rica y vístanlo, pónganle anillo en el dedo, la sandalia en los pies y traigan el becerro más gordo; porque este hijo mío; porque este hijo mío que ha muerto y ha resucitado-“, cito.

 

“Que el Señor que nos reconcilia consigo mismo, que se ofrece por nosotros para restaurar la condición que hemos perdido, la condición de hijos e hijos de Dios, que hemos perdido por causa de nuestros pecados, que el Señor que ha venido a reconciliarnos a darnos vida, este es el primer ejemplo de la gracia que actúa en medio de nuestra pequeñez, en medio de nuestra miseria, que nos atrae hacia sí, que nos perdona si nos arrepentimos con un corazón contrito y humillado, nos restaura y nos regala más de lo que podemos imaginar o pensar y nos hace capaces de experimentar la alegría de estar junto a Dios”

 

Otro punto es aquella persona que ha experimentado la gracia de Dios de una manera diferente

“El Señor ha evitado en su misericordia que esta persona caiga en un pecado grave, el problema en esta situación es no darse cuenta que es la acción de Dios, la que ha evitado que caiga en un pecado grave, no es que tenían los fariseos y los publicanos, perdón, los fariseos y los escribas_ -Este come con publicanos y pecadores, ¿cómo es posible?-, recordemos el pasaje en el que el fariseo auto justifica en el templo diciendo:- Te doy gracias, Dios mío, porque no soy como ese pecador, yo doy el diezmo –, yo hago esto, hago lo otro; se está auto justificando ante el Señor, y se olvida que es el Señor el que ha permitido que haga su voluntad y es algo que nunca nos debemos de olvidar”, advirtió el obispo.

Nos descuidamos, a un pecado de vanagloria de orgullo,

“También, como todo pecado, rompe con Dios, rompe con los hermanos, rompe con la iglesia, se parte completamente, y esto es lo que miramos  en este pasaje, este hijo encolerizado va y le dice : -Ese tu hijo que ha gastado tu dinero, no es hermano, y el padre se lo recuerda: es tu hermano-, ¿se fijan cómo todo pecado rompe con Dios y con los hermanos, con la iglesia ? interrogó  el Jerarca.

“Que el Señor en su misericordia, nos haga descubrir el inmenso amor que nos tiene que muchas veces evita que caigamos en pecado, y otras veces nos levanta, mueve nuestro espíritu que nos hace capaces de decir:  -Me levantaré, e iré a casa de mi padre -”