Este Lunes Santo, durante la celebración dedicada a San Benito de Palermo en León, Su Exc. Mons. Mons. Sócrates René Sándigo Jirón, presidió  la Santa Eucaristía desde el Santuario Diocesano San Francisco de Asís, en su homilía recomendó  rezar a San Benito, en estos días santos… «hemos de abrir el corazón al Señor.  Como miles hoy lo han hecho desde y tempranas horas, viniendo a pagar promesa, poner milagritos y rezar a San Benito. Así nosotros abriendo el corazón y debemos seguir haciendo. Dos actitudes simples le cerramos el corazón a Cristo y sucumbimos ante el mal o le abrimos el corazón y triunfamos con él en su Resurrección».

Legado de San Benito de Palermo,  primer abad de Montecassino, patriarca del monacato (543)

Mons. explicó que » San Benito  se encontró estas dos realidades….cuando dejo su ciudad en Italia buscando profundizar sus conocimientos y encuentra un ambiente de decadencia en donde los valores y principios están por el suelo… donde el mal se apreciaba como bien… A San Benito lo impactó y tuvo la oportunidad de perderse,  sin embargo, encontró a Cristo y tomó una opción radical, opción extrema, la de retirarse de ese mundo pecaminoso, alejarse de ese mundo  e irse al monte Casino, donde todavía hoy hay una hermosa Abadía»

Asimismo,  en su reflexión dijo que  “San Benito quiso vivir una experiencia aferrándose a la Cruz de  Cristo y  vivió una vida de austeridad y reglamentos  extremos, acuñando una constitución que aun hoy siguen vigentes, para los  Monjes y la sociedad entera como es :  La pereza como  un  capital que destruye. Cuando la persona tiene demasiado espacio para la vagancia, la pereza lo destruye, sus Monjes vivirán siempre ocupados y establece largas horas de estudio, oración y a trabajos manuales, de ahí la regla : Ora et labora (reza y trabaja)

San Benito de Palermo tradicional recorrido por toda la  ciudad de León

Al  culminar el acto litúrgico,  la imagen de San Benito de Palermo,  cargada en andas procesional hizo un  extenso recorrido  por la ciudad leonesa, en donde es muy amado,  en  una muestra sencilla de piedad de los fieles católicos, y al concluir, retornó a  su lugar donde  se conserva en el Santuario Diocesano San Francisco de Asís.