Su Excelencia Mons. Jorge Solorzano Pérez, Obispo de Granada, meditó en su homilía  la Palabra proclamada exaltando que “En que Cristo ha vencido a la muerte, en primer lugar se nos da el mensaje del servicio, nos dice Jesús cual es su servicio: – El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, le darán muerte y tres días después de muerto resucitará-; ese es el gran servicio que presta Jesús a la humanidad, su vida, su muerte entregada por nosotros para rescatarnos de la muerte eterna y darnos la vida”, manifestó, tras referir   que “El servicio que nos pide el Señor a nosotros es: respetar la dignidad de la persona humana. El servicio es hacer cosas que hagan feliz al otro. Lo contrario: si lo que hacemos le produce tristeza, ansiedad, incertidumbre, eso no es un buen servicio, eso no es servir”, destacó.

“Tenemos que hacer de nuestra vida, de nuestra sociedad, de nuestra familia, familias acogedoras, una Nicaragua acogedora, donde el lenguaje, las palabras, el ambiente, los lugares, los espacios deben de ser acogedores. Es un arte. Acogido es el que te vean a los ojos de la cara, de la mente y del corazón”.

El Prelado refirió que el Señor nos hace entender el significado de servicio, un servicio ¿Cómo debe ser?, un servicio bueno es el que hace crecer a la persona en dignidad humana, en sus derechos humanos y en su vida espiritual; ese es el servicio, hacer cosas que hagan crecer a la dignidad de la persona humana, si no, es como dice la Primera Lectura…-Tendamos una trampa al justo porque nos molesta y se opone a lo que hacemos-, eso es dañar a la persona humana, destruir al otro”, explicó.

En este sentido recordó el pensamiento  Papa Francisco. “- El verdadero poder es el servicio, el que tiene el verdadero poder es el que sirve al otro como Jesucristo que da su vida por nosotros-”.

El obispo de Granada insistió en el mensaje evangélico del día,  Jesús se dirige  a sus Discípulos y les preguntó de qué discutían por el camino y Jesús les dice:  –Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos -. Y eso es la vida cristiana: ser el servidor de todos, ponerse el último en la fila para servir a los demás. A eso nos llama el Señor hoy”, afirmó.

Asimismo, el eclesiástico refirió  que  Jesús “Después tomando a un niño, lo puso en medio de ellos -. Quiere el Señor que seamos como niños, que entendamos el significado de ser como niños. Y en primer lugar, el niño depende de sus padres totalmente, incondicionalmente. El Señor nos invita hoy a depender de Dios, a abrirnos a Dios, no depender de nuestros esfuerzos, ni humanamente, ni espiritualmente, ni religiosamente; por que a veces hemos entendido la fe, nuestra vivencia religiosa como un esfuerzo nuestro; incluso, nuestro sacrificio, ayunos, rezos, pensamos que son… esfuerzos nuestro y que  vamos a lograr la salvación”, aclaró.

“Son cosas válidas para vivir la fe, hay que rezar, hay que hacer sacrificio, hay que ayunar, hay que hacer procesiones, todo… toda la religiosidad popular y la litúrgica; pero saber que Dios es el que toma la iniciativa de que dependemos de Dios, de que Dios es el que nos salva, no es nuestro esfuerzo, no es nuestro trabajo, sino que todo depende de Dios, eso significa ser como niños, depender de sus padres, depender de Dios, no depender de nuestros esfuerzos, nunca el niño depende de sus esfuerzos, depende siempre de sus… de sus papás”

 

En este sentido, el Jerarca mencionó que “Nosotros como hijos de Dios, como cristianos, no dependemos de nuestros esfuerzos. Nuestra salvación, la transformación del mundo no depende solamente de nosotros, depende fundamentalmente de Dios, depender de Dios. El niño también recibe de sus padres los regalos con sencillez. El Señor nos invita a ser como niños, a ser sencillos. El soberbio, el orgulloso, no alcanza la gracia, la salvación de Dios. El niño recibe también, los regalos de Dios, los regalos de sus padres, con espontaneidad, vivir de esa manera con espontaneidad nuestra fe; también… el niño recibe de sus padres, los regalos que le hacen con sorpresa, no cae en la rutina, hay que sorprenderse siempre”

Y en este mismo orden añadió que “Tener esa capacidad de sorprenderse también nosotros, de sorprendernos de las cosas que Dios nos da todos los días: el sol, el aire, la luz, el agua, la salud, todo lo que el Señor nos va regalando todos los días, sorprendernos, no pensar que ya es normal y no caer en la rutina. También el niño recibe de sus padres el regalo con alegría, así debemos nosotros también ser; ser como niños significa no perder nunca la alegría. Hoy quieren robarnos la alegría con tantos problemas, con tantas crisis juntas que tenemos que llevar adelante y vivir con ellas, que no se solucionan. Que no nos roben la alegría”

“Como los niños, siempre estar alegres. También los niños reciben de sus papás los regalos que le hacen con agradecimiento, son agradecidos; también nosotros, al invitarnos el Señor a ser como niños, nos invita a que seamos agradecidos”

“Nosotros tenemos poco o tenemos mucho; pero no disfrutamos siempre estamos renegando, murmurando, el niño disfruta. Ser como niño es disfrutar la vida día a día. El niño cree, pues, el niño confía en sus padres. A eso nos invita el Señor a ser como niños, a creer y a confiar”, insistió.

“El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado; es decir, habla un tercer punto sería acoger y sentirse acogido. Acoger, ¿Qué significa acoger?, interrogó y luego respondió: A eso nos llama el Señor, entender el significado de acoger y ser acogido y sentirse acogido”, subrayó.

Asimismo, Mons. Solórzano Pérez rememoró las palabras del Papa Francisco refiriéndose a que “ Cuando acogemos a alguien, cuando acogemos al otro, crecemos en humanidad y en espíritu – prosigue – En el encuentro crecemos y en el desencuentro fracasamos-. ¿Qué significa eso? Interpeló tras decir: – Que en el encuentro crecemos cuando estamos en unidad, en comunión, cuando nos amamos, cuando nos perdonamos, cuando vivimos en fraternidad, crecemos; en el desencuentro, es decir, en la división, en el pleito, en la guerra, fracasamos. Esto es acoger al otro y sentirse acogido ¿Qué significa?, sentirse no juzgado”, consideró.

“Y esto de sentirse acogido o acoger es un arte, porque ahí entra ambientes, uno inmediatamente lo siente, inmediatamente uno lo percibe cuando hay un ambiente de acogida, hay un lenguaje de acogida, pero si los lenguajes son ásperos, los lenguajes son ofensivos no es acogedor aquella situación”, sostuvo el obispo.

“Tenemos que hacer de nuestra vida, de nuestra sociedad, de nuestra familia, familias acogedoras, una Nicaragua acogedora, donde el lenguaje, las palabras, el ambiente, los lugares, los espacios deben de ser acogedores. Es un arte. Acogido es el que te vean a los ojos de la cara

Abrir los ojos de la cara, de la mente y del corazón

El Jerarca refirió que hay  personas como si fuesen invisibles “No las miran, no las toman en cuenta, como el pobre que estaba en la puerta del rico, no lo miró nunca, mirarlo, mirar a los ojos. Eso es importante, mirar a los demás. Muchas veces ya no vemos al otro, ya no vemos al pobre, ya no vemos al que está sufriendo, cerramos los ojos”

Así también, agregó la necesidad de que “Te vean con los ojos de la mente ¿Qué significa eso? que te comprendan, que te entiendan, que te digan: me hago cargo de tí, que te comprendan, eso es ver con los ojos de la mente. Y también acogido significa que te vean con los ojos del corazón, del espíritu ¿Qué significa eso? es decir, que te comprendan interiormente, comprendan como una persona puede amar interiormente, eso es ver con el corazón”, contempló.

“Le pedimos al Señor, pues: que nos ayude en esta palabra de este domingo tan importante, que podamos servir y hacerlo por amor, que podamos ser como niño, que podamos acoger y ser acogidos y sentirnos acogidos con esas tres miradas: de los ojos, mirada con los ojos de la cara, con los ojos de la mente y con los ojos del corazón”, animó el eclesiástico.