“Nicaragua vive momentos trágicos de lucha encarnizada entre el bien y el mal que como el dragón infernal quiere acabar con todo lo que encuentra a su paso, que se enciende de furia y de ira ante todo aquello que represente un signo de esperanza, es una fuerza descontrolada y aparentemente devastadora, infernal que con su cola quiere barrer con la historia, imperar e imponerse en la historia, cerrando toda fuerza o ventana de esperanza; sin embargo, hoy en la solemnidad de la Asunción, como ella nuestra esperanza se levanta, se alza como el ave fénix y remonta el vuelo, nos llenamos de fuerza, de energía, de vigor, de entusiasmo interior para gritar sin miedo en los templos, en casas, familias, caseríos, cascadas y quebradas, en las montañas y en nuestras ciudades que el amor  venció el odio, que la esperanza vence a la desesperanza” meditó en su homilía en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, Ocotal, Nueva Segovia, Su Exc. Mons. Rolando José Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de Estelí.

 

“No nos robarán las fuerzas, la energía interior, ni la tenacidad de construir una nueva Nicaragua, un cambio en nuestra sociedad, no nos robarán nuestros anhelos de paz, de justicia y libertad.

“Hoy nos subimos a los tejados para gritar sin miedo que el pueblo nicaragüense está vivo y seguirá vivo, porque es un pueblo que cree, que lucha, que trabaja por su dignidad; gritar sin miedo que por que somos dignos somos libres y porque somos libres no tenemos miedo y porque no tenemos miedo seguiremos creyendo, esperando, trabajando por nuestra paz, nuestra libertad y seguiremos repitiendo -porque para ser libres nos liberó Cristo, no para ser esclavos-“

El Prelado dijo que “La esclavitud ya terminó, las cadenas ya han sido rotas, Dios ha triunfado, el amor ha triunfado, la vida ha triunfado, hemos visto y seguiremos viendo que el amor es más fuerte que la muerte, que Dios posee la verdadera fuerza y la da a su pueblo, somos un pueblo que somos capaces de resurgir hasta de las cenizas, porque la libertad viene del pueblo, no es una dádiva, ni regalo de nadie, ni es algo que pueda quitar ni el poder, ni la explotación” expresó  enfáticamente Mons. Álvarez Lagos.

Al concluir la celebración eucarística procedió a la Consagración de Nicaragua al  Inmaculado corazón de María y particularmente al pueblo de Dios  encomendado en las Diócesis de Matagalpa y como Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, en donde la feligresía presente recitó la Oración Consagratoria, así también invitó a quienes estaban viviendo la santa Misa, mediante los medios y plataformas digitales de la Iglesia.