Su Excelencia Mons. Jorge Solórzano Pérez, Obispo de la diócesis de Granada, meditó en su homilía del I Domingo de Adviento que: “Dios es justicia y crea nuestra justicia, este es nuestro consuelo y nuestra esperanza; este mundo es limitado, lo sabemos. Quizá deberíamos pensar que para uno de nosotros el final no está tan lejos, puede acontecer en cualquier momento”, luego de añadir que : “Lo que nos transmite el Evangelio es que sea cual sea el momento y las modalidades del final, a pesar de las apariencias no será un momento caótico, ni de desconcierto; pues ahí estará esperando el Hijo del Hombre con gran poder y gloria, un poder salvífico, un poder liberador”, expresó.

“La venida del Hijo del Hombre no provoca miedo, transmite esperanza y seguridad; la seguridad de que bajo el Señorío de Cristo reinará la justicia, la paz y el amor y mientras tanto, mientras llega ese momento, ¿Qué hacemos? interpela. Este  -mientras tanto – es el momento de nuestra vida actual, es nuestro presente aquí y ahora, ¿Cómo vivimos ahora? y para eso viene La Virgen para ayudarnos, ¿Cómo vivimos ahora?, ¿En consecuencia con la esperanza que nos asegura que la meta de nuestra vida es Cristo o vivimos como si al final de la vida nada fuera a suceder?”

El obispo de Granada advierte con el texto proclamado: “ –Tengan cuidado,  nada de vicios, ni de preocupaciones por el dinero, no nos dejemos arrastrar por lo que nada vale –. ¿Cuál debe ser nuestra preocupación, entonces?, interroga. Y responde: Lo ha dicho claramente la segunda lectura de este domingo: -Que el Señor nos haga rebozar de amor mutuo y de amor a todos para que cuando vuelva, acompañado de sus santos, nos presentemos como La Virgen, irreprensibles ante Dios, nuestro Padre”

Debemos explotar el amor fraterno al máximo

“Mientras esperamos la vuelta del Señor, debemos explotar al máximo el don del amor en una doble dirección, amor mutuo, o sea, amor fraterno en la familia, amor fraterno a las hermanas y hermanos de nuestras comunidades cristianas y amor a todos, o sea, un amor que alcanza también a los que no pertenecen a nuestros grupos; porque si no abrimos nuestros corazones al extraño y al alejado, nuestro amor se vuelve patológico y auto referencial”, recordó el eclesiástico.

“En este tiempo de adviento que estamos iniciando hoy, la Iglesia celebra dos venidas, la primera la escatológica del Cristo glorioso al final de los tiempos y la segunda la venida en la carne del Hijo de Dios; por eso, el adviento que iniciamos hoy tiene dos partes distintas, la primera parte del adviento que iniciamos hoy hasta el 16 de diciembre, está dedicada a celebrar un importante artículo del Credo, el que dice: – que el Señor de nuevo vendrá con gloria al final de los tiempos para juzgar a vivos y muertos-; esta primera parte del adviento no se refiere al pasado, sino al futuro, no celebra lo ya acontecido, -sino lo que vendrá – “

“Es importante porque según lo que esperemos y a quien esperemos, así vivimos; quien espera aún en medio de muchos dolores la curación de alguna enfermedad vive con más alegría, que quien sufrir tanto sabe, que con su enfermedad tiene los días contados, quien espera la pronta liberación aún en medio de sufrimientos e incomodidades vive con más alegría que quien solo espera la muerte”, refirió.

“Nosotros esperamos la vuelta gloriosa del señor, o sea, esperamos encontrarnos con Él, al final de nuestra vida. En este sentido hoy voy a proclamar en esta Misa el Prefacio III de la Liturgia del Adviento, ese que dice: -Que Cristo, Señor, juez de la historia, aparecerá un día revestido de poder y de gloria sobre las nubes del cielo y en ese día glorioso nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva-“

El Prelado manifestó que “El Evangelio que hemos escuchado pone en boca de Jesús una serie de signos apocalípticos que describen el final de los tiempos, lo importante no son estos signos, ni esta literatura, lo importante es el mensaje que quiere transmitir el Evangelio a propósito del final de los tiempos y el mensaje es de esperanza. La imagen del juicio final no es en primer lugar una imagen terrorífica, sino una imagen de esperanza, quizá la imagen decisiva para nosotros de la esperanza, pero no es quizá también una imagen que da pavor, yo diría: es una imagen que exige la responsabilidad, una imagen, por lo tanto, de ese pavor al que se refiere San Hilario cuando dice que  -Todo nuestro miedo está relacionado con el amor-«.

Novena de La Virgen Inmaculada, estrella de la esperanza

“Este tiempo, pues, de adviento y esta bajada de La Virgen, esta Novena de La Virgen, es un buen símbolo de lo que es la vida cristiana, una vida en esperanza. He llamado a La Novena que hemos preparado en nuestra Diócesis  –la Novena de La Virgen Inmaculada, estrella de la esperanza_, una vida de fe también y una vida en el amor. Los que creemos en Cristo nos pasamos la vida esperando encontrarle y vivimos amando con Él como Él nos amó”,  anunció el obispo.

En este sentido, refirió que “Muchas veces nos enredamos en las cosas de este mundo, en los pensamientos de este mundo, pero La Virgen nos viene a centrar en Cristo, nos viene a centrar en lo importante de nuestra vida, de nuestra familia”, dijo.

Inicia novena a “La Conchita”

En este domingo comenzamos un nuevo Año Litúrgico y también celebramos la bajada de Nuestra Madre La Inmaculada Concepción de María  “La Conchita”, damos inicio a su novena, anunció el obispo.

Asimismo al  finalizar la santa Misa, en un momento especial   se procedió a la bajada de la imagen “La Virgen Inmaculada, La Conchita baja de su altar para ser en medio de nosotros la estrella de la esperanza y ella nos viene a ayudar en esta primera parte del adviento para que estemos preparados, con responsabilidad para el juicio final; para cada uno de nosotros, el juicio final o el final de nuestro tiempo es la hora de nuestra muerte, el momento de la salida de este mundo y recuerden que le decimos a La Conchita cuando rezamos el Ave María: Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte; pues bien, tenemos que esperar ese momento con paz y serenidad, porque precisamente, entonces, Dios se nos hará más presente que nunca, Dios nos acogerá con un amor como no hay otro, nos abrazará para no soltarnos nunca de sus manos. Y para que vivamos ese momento la Virgen viene a ayudarnos”, expresó.

Continuó  la celebración con vítores a la Virgen María: ¡Que  viva La Inmaculada Concepción!, ¡que viva!, ¿Quién causa tanta alegría?…con gran entusiasmo de la feligresía asistente y quienes lo ven y escuchan por los medios de la Iglesia y plataformas digitales.