Su Exc. Rev. Mons. Carlos Enrique Herrera, Obispo de la Diócesis de Jinotega, dijo en su mensaje central de la liturgia de la palabra de este domingo que el  Señor nos invita  a ser hombres de oración, que nos hace ser hombres de Dios y de fe. “La vida espiritual es una lucha constante que solo se puede vivir desde la oración. Y ¿qué es orar?, orar, estar en esa comunión permanente con Dios para conocer su voluntad, para conocer qué es lo que el Señor quiere de nosotros, para conocerle y así poderle amar, la grandeza que Dios tiene como padre y creador”

 

 

“En ese caminar del pueblo de Israel que va pasando por desiertos,  tener que luchar contra los enemigos, y ese Señor, el que lo llamó a una tierra prometida, es el que le acompaña; pero a veces el pueblo se olvidaba de Dios, creía que él se había liberado por sus propias fuerzas, se olvida que fue Dios el que lo sacó Y, por lo tanto, está hoy en esta lectura que hemos escuchado ese momento de la lucha contra sus enemigos. Moisés sabe que que es el Señor el que los acompaña y que ha dicho: – estaré con ustedes y caminaré con ustedes -y, es por tanto, que esa dos realidades, esa lucha también contra el enemigo, pero ante todo, con el auxilio”

El obispo de Jinotega se refirió cuando Moisés implora la presencia del Señor  y que los libere del enemigo y su insistencia en la oración. “- Cuando dejaba de orar, perdían la batalla, pero cuando oraba con más insistencia, con más fe, con más confianza, con más perseverancia, pues, derrotaban al enemigo-“

 

La vida espiritual es eso: una lucha constante

 “La oración es la que nos va ayudando a ese caminar como el pueblo Israel, ese camino hacia la tierra prometida, es importante, es necesario,  por eso, Jesús de una manera sencilla le dice a sus discípulos con esta parábola, con esta comparación, de que esta viuda sola, que no tiene a nadie que vele por ella y va a pedir justicia ante un juez que no cree en Dios, ni teme al hombre, a los hombres, no; y sin embargo, este juez, al final, le hace justicia”

“Tenemos que dejarnos liberar, tenemos que dejarlo que Él haga su voluntad en nosotros, tenemos que colaborar, únicamente nos pide fe, nos pide confianza para que Él haga su obra, para que Él nos acompañe y nosotros sintamos su presencia en nuestro caminar hacia el reino de Dios” enfatizó Mons. Herrera.

“La oración también no solo es una oración de los labios hacia afuera, sino, un caminar en la espiritualidad del corazón, estar ahí contemplando, meditando los grandes misterios del amor de Dios, la grandeza de Dios que debemos reconocer, ¿Por qué hay tanta indiferencia?, interpeló el jerarca de Jinotega.

Al tiempo que, retomo palabras del Papa Francisco citando –  la indiferencia con Dios, la indiferencia entre nosotros, es porque tenemos poca espiritualidad – poco amor, poco contemplar la grandeza de Dios y la grandeza de cada uno de nosotros que somos sus hijos, esa gran obra que el Señor ha hecho en nosotros del bautismo y como nos aprecia, como nos ama y, eso es lo que a nosotros nos olvidamos, tenemos mala memoria de lo que el Señor ha hecho en nuestra vida, en nuestra historia”

 

Es necesario la oración para alabarle, para darle gracias, para conocerle

“Es importante perseverar, porque eso es lo que quiere el Señor, a veces decimos:  -yo le pido al Señor, pero no me escucha, de mi enfermedad, de mi situación económica o de otra cosa que pueda necesitar. Entonces, ¿por qué tenemos mal concepto de la oración? , preguntó a los fieles.

El prelado aseguró que “La oración no es para pedir y ya recibirlo como quien va a hacer una compra. La oración es un estar con Dios, eso quiere el Señor, enseñarnos a estar con Él, no es una petición nada más y quedarnos ahí, sino, saber estar con el Señor, saber desear a Dios en nuestro corazón”, sostuvo.

San Francisco de Asís: Señor, que yo te pueda conocer, que yo te pueda amar

En este sentido recordó el pensamiento de San Francisco “Que yo pueda sentir en mí esos dolores de tu crucifixión, de tu pasión y que yo pueda sentir el amor que tú tienes para con nosotros. ¡Qué bonito esa oración!, eso es orar, estar en esa comunión con el Dios, hecho hombre que sufrió con nosotros, sentir ese deseo de amarle, de ser atraído por el Señor, dejarnos amar por Él para que también nosotros sepamos amarle a Él y amarnos entre nosotros”, contempló.

“Que poco se ama al amor de Dios, poco amor – decía San Francisco- y hoy también podemos decir: hay poco amor, donde por todos lados hay guerra, conflicto, desde nuestra familia hay siempre conflicto, ¿por qué?, porque no hay amor, porque no oramos, porque no estamos cerca de Dios, porque no nos dejamos enseñar como dice San Pablo: corregir, orientar”

 

“En la oración el Señor nos está diciendo qué tenemos que cambiar, pero nos hacemos  sordo, alabamos, hablamos, pero no entramos a escucharle con el corazón para ver qué es lo que Él quiere de nosotros, que quiere que nosotros cambiemos para que Él pueda obrar en nosotros”, insistió el obispo.

“Ánimo, cada uno hoy, conocemos más del Señor en la oración, entremos en esa metodología de la oración con amor al Señor, dejarnos que Él nos revele quiénes somos y quién es Él. La oración es la única que nos va a ayudar a permanecer en fe, pase lo que pase en el mundo, porque tenemos que tener la fe en el Señor”, concluyó el eclesiástico.

 

Foto. Cortesía Dio.Jinotega