“Jesucristo como el verdadero Dios, también tiene la autoridad de calmar la tempestad, de devolvernos la paz que hemos perdido, y eso es algo que le pedimos al Señor constantemente, cuando nos sentimos completamente desesperados, cuando sentimos que nuestras vidas se hunden, cuando sentimos que ya no tenemos solución a nada. Levantamos nuestros ojos al Señor, ¿De dónde viene nuestro auxilio?, nuestro auxilio viene del Señor que hizo el cielo y la tierra”, meditó en su homilía su Exc. Rev. Mons. Francisco Tigerino, Obispo de la Diócesis de Bluefields.

“Cuantas veces dentro de nuestras vidas o en nuestra historia personal, podemos hacer un recuento y descubrir momentos específicos de nuestra vida, cuando pareciera que Jesús se hubiera olvidado de nosotros”, expresó.

“Recordemos que en la barca de Pedro que representa la iglesia, va Jesús en popa, o sea va dirigiendo, aunque aparenta estar dormido, va dirigiendo esta barca.  Y  el mar embravecido, para los judíos, era símbolo del mal desatado en el mundo, por esta razón en el libro del apocalipsis se nos dice que el mar es como un cristal, ya no se puede mover, ya ninguna tormenta lo puede agitar, porque el Señor ha vencido, ha destruido el mal”, explicó  Mons. Tigerino.

“Entonces, están ellos desesperados y también nos puede pasar a nosotros (que estoy seguro que a todos nos ha pasado), que cuando vemos estas dificultades, cuando descubrimos como que nos estamos hundiendo, nos imaginamos siempre lo peor, o sea daban por hecho de que se iban a hundir, ¿No te importa que nos hundamos?”, meditando la liturgia del día.

El Prelado enfatizó que  “La segunda parte que hace el mal es que nos impide ver a Cristo en nuestras vidas. Jesús estaba ahí, estaba con ellos, estaba en la misma barca, lo despiertan (…) Esa es la acción del mal que nos impide ver con claridad la presencia de Cristo en medio de nosotros y que pone ante nuestros ojos como un velo que no nos deja ver más allá, nos llena de miedo, por esa razón, Jesús con frecuencia dice: «no tengan miedo porque yo estoy con ustedes«, aún que pareciera que estuviera dormido. Se levanta y domina al mar y a la tempestad, calla, enmudece”.

“Recordar constantemente las maravillas que el Señor ha hecho en nuestras vidas para que al momento de dificultad podamos levantar con confianza nuestra mirada hacia el Señor, con la seguridad de que para Dios no hay nada imposible y aunque pareciera como que nos estamos hundiendo; sin embargo, el Señor es capaz de devolvernos, de restaurarnos, de hacernos creaturas nuevas”, manifestó.

“Pidámosle al Señor en esta tarde que nos haga recordar que para Él no hay nada imposible y aunque caminemos por cañadas oscuras, Él es nuestro pastor y el nos guía por el sendero de luz”, concluyó.