“Familias completas, padres, madres, hermanos, huyen de su tierra. Son caravanas del desierto. Son caravanas de muerte. Pienso con dolor en  –la fuerza de espíritu que necesita quien debe dejarlo todo, a veces hasta su propia familia, para evitar graves dificultades y peligros (Papa Benedicto XVI, 19.06.2005), porque no encontraron en su patria lo que esta debió ofrecerles. Y ahora con sus remesas, sostienen gran parte de la economía nacional. Se convierten lamentablemente en  productos de exportación . Qué dolor más grande ” reflexió en su homilía el Obispo de Matagalpa Su Exc. Rev. Mons. Rolando J. Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa.

 

El Prelado refirió  a los fieles en el acto celebrado en la santa Iglesia catedral que: “San Juan Pablo II afirmó categóricamente que el  –hombre es el camino de la Iglesia – (Redemtor Hominis No. 14)  todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre; el hombre camina múltiples sendas y  añadio:  – Cuán vivo y profundo es el deseo de la Iglesia de acompañarle en recorrer los caminos de su existencia terrena–  (GS.1). – Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante– (GS. 2)”.

 

“Para la comunidad cristiana la familia es mucho más que un –tema-: es vida, es tejido cotidiano, es camino de generaciones que se transmiten la fe juntamente con el amor y con los valores morales fundamentales, es solidaridad concreta, fatiga, paciencia, y también proyecto, esperanza, futuro (Papa Francisco 11.09.2013)”

 

 

En este orden explicó que “La Pacem in terris, encíclica del año 1963 afirma: “Todo ser humano tiene derecho a la existencia, a la integridad física, a los medios indispensables para un nivel de vida digno, especialmente en cuanto se refiere a la alimentación, vestido, vivienda, descanso, atención médica y a los servicios sociales necesarios”. La familia necesita de estabilidad, de seguridad, de ser protegida por la sociedad, apoyada, custodiada, porque es la célula básica con la que se conforma la nación”, sostuvo.

 

“No podemos ignorar el sufrimiento de tantas familias debido al miedo en el que viven, el asedio, la falta de trabajo; hoy, muchas de nuestras familias carecen de los medios básicos para obtener mínimamente el pan de cada día, carecen de los medios indispensables para un nivel de vida digna, quedándoles como opción abandonar la tierra que les vio nacer, en una migración forzada. Abandonan sus pertenencias, sus arraigos, sus afectos, dejan sus derechos, poniéndose a merced tantas veces de personas sin escrúpulos, e inician un camino en la mayor de las incertidumbres

 

Realidad de la familia nicaragüense:

 

Mons. Alvarez Lagos reflexionó que: “La familia nicaragüense se desgrana y desgarra ante nuestros ojos; que la Virgen Madre, quien junto a su Jesús, su Hijo y a San José, su Esposo, experimentó el dolor del exilio, nos ayude a comprender la tragedia de quienes se ven forzados a vivir lejos de su hogar”, abogó el eclesiástico.

“Que la Sagrada Familia interceda por las nuestras, por nuestra familia nicaragüense; interceda por quienes hoy no saben nada de los que salieron de su casa en búsqueda de un mejor futuro, interceda por los que han perdido la vida en el camino, por nuestras niñas y jóvenes violentadas; que la Virgen Madre pida a su Hijo que convierta en alegría las lágrimas, el llanto de las familias que hoy lloran. Que el agua del dolor, se convierta pronto en la alegría de la justicia y la reconciliación”

Con Jesus en las Bodas de Cana manifiesta la sacralidad del matrimonio, nos injerta en su familia

“Hemos de resaltar también que la presencia de Jesús en la boda, en Caná de Galilea es la santificación del amor humano entre un hombre y una mujer. Jesús con su presencia está manifestando la sacralidad del matrimonio, está santificando el amor entre un hombre y una mujer y está santificándolo y expresando tanta sacralidad que con su presencia en esta boda, también pre-figura, profetiza lo que sucederá en la cruz cuando Él se despose con la humanidad”, subrayó.

“Cuando Él se despose con nosotros, cuando Él se despose con su esposa la Iglesia que nace de su costado abierto de donde brota agua para el bautismo que nos injerta en su familia, en la familia de Dios y sangre que es La Eucaristía que nos alimenta en esta peregrinación, la familia, imagen de la Santísima Trinidad, que es familia, y la familia sacralizada en la cruz, donde (diríamos) se da el nuevo Caná; el calvario es un nuevo y definitivo Caná de Galilea donde sucederá la boda definitiva del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo con nosotros y de ahí nace esta santidad del matrimonio”, manifestó el Prelado.

Los matrimonio, las familias, si quieren perdurar en el amor inviten a casa a Jesús

“Si el matrimonio está pasando por momentos críticos, la familia por momentos de crisis, si en el matrimonio se está sintiendo el cansancio, el aburrimiento, el tedio del otro, de la otra, porque con el paso del tiempo el amor no se acaba si es verdadero, pero sí se puede desgastar, no se acaba si es verdadero, pero sí puede enfermarse y el otro o la otra, con el paso del tiempo puede conmenzar a ser un tedio, un fastidio, un cansancio, un aburrimiento, puede llegar a ser algo repetitivo aquello y ¿cuándo todo esto comienza a suceder?, y ¿cuándo se dan esos problemas en el matrimonio? -Hermanos, digámoslo claro, el único que puede salvar tu matrimonio, tu familia es Jesús”

“Invita a Jesus,  a los matrimonios, les digo sean humildes, refiriéndome a la familia, no dejen que las crisis los destruya, vayan como matrimonio, como familia, vayan y póstrense ante el Señor, díganle a Jesús: el vino de la alegría que sentimos el día de nuestro matrimonio se nos está acabando, el vino de la fidelidad que nos juramos en el matrimonio ha sido herido de muerte, el vino de la lealtad se está agotando, el vino de la familia integrada se nos está extinguiendo”, animó.

El obispo exhortó a que oremos en momentos difíciles expresando:  “ Señor ¡ven!, transforma una vez más el agua de nuestra necesidad, el agua de nuestra tristeza, de este amor que se nos está yendo de entre las manos, en el vino de la alegría, en el vino de renovar nuestro matrimonio, de renovar nuestra familia”, aconsejó el Jerarca de Matagalpa.

“Si tienen esa humildad y se inclinan en su corazón sinceramente los dos, ambos, marido y mujer y le piden al Señor, Él transformará, convertirá una vez más el agua de la tristeza en el vino de la alegría y, también ustedes podrán decir «en realidad, el Señor ha dejado para el final el mejor vino»

Epifanias del Señor

 

Refiriendose a las lecturas proclamadas en domingos anteriores, el eclesiástico afirmó que  “El siclo de las Epifanías del Señor,  hemos, recién contemplado al Dios hecho niño, frágil, débil, pobre, sencillo en el pesebre de Belén. Un Dios que se nos manifiesta como nosotros, identicamente, menos en el pecado. A Él han llegado los pastores, a quienes los ángeles les anunciaron la buena noticia con el «gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor«, enfatizó.

“Guíados por la estrella de Belén, igualmente, llegan los magos de Oriente a ofrecerle oro para el Rey, incienso para Dios y mirra para el hombre, al salvador del mundo que se encuentra indefenso, sencillo como un niño más, con sus manitos y su corazón abierto a cada uno de nosotros”

Asimismo, agregó que : “El domingo recién pasado, una nueva Epifanía del Señor, una nueva manifestación de nuestro Dios: haciendo fila con los pecadores, ni siquiera tomando los primeros lugares, sino ubicándose en el sitio que le tocaba a Él, haciendo fila con los pecadores, siendo Él inocente, para cargar sobre sus espaldas todos nuestros pecados y poder redimirnos y salvarnos en la cruz”, sostuvo.

“Lo encontramos a Él sumergiéndose en las aguas del Jordán, las aguas de los pecadores, las aguas de la humildad, del anonadamiento de aquel del que San Pablo a los filipenses nos ha dicho  -no hizo alarde de su categoría divina, sino se anonadó, haciéndose como nosotros, menos en el pecado-. Y ahí, sumergido en las aguas de los pecadores, en las aguas de la humildad, del Jordán, se abren los cielos y una potente voz se escucha cuando desciende sobre Él el Espíritu Santo:-Este es mi hijo amado, mi predilecto, en quien encuentro mis complacencias -«

Y explicando este ciclo de Epifanias añadió que “ Una nueva manifestación, una nueva Epifanía. El Evangelista San Juan, nos presenta a Jesucristo iniciando su ministerio público, invitado a una boda en Caná de Galilea. Dice el texto:  -Este y sus discípulos también fueron invitados, éste y sus discípulos también fueron invitados; es como si el Evangelista quisiera subrayarnos que Jesús no era el principal invitado, Jesús no era el invitado excepcional, el extraordinario, Jesús no estaba en esta boda como el invitado de honor, el invitado de altura”, explicó.

“Con el que aquellos novios podían enorgullecerse de tenerlo a Él, con el que aquellos novios podían sentirse exhaltados, porque el Señor les había aceptado la invitación. No. Dice el texto: – éste y sus discípulos también fueron invitados. ¡Que bonito! El Señor es un invitado más, sin excepción, sin exclusividades, sin… eh… siendo Él, el principal, el que le diera realce a aquella boda, Él también fue invitado con sus discípulos”

 

Mons. Alvarez Lagos, insistió que Ciertamente “Esta expresión está referida a la Virgen Santísima, de quien leemos:  -hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual, asistió la madre de Jesús -; más bien, el texto deja entre ver, deja… entre… figurar que… en todo caso, quien había tenido una invitación especial había sido la madre de Jesús  -hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual, asistió la madre de Jesús«. ¿Ven?, se le da a ella un acápite, un apartado especial y luego se agrega lo que ya hemos dicho: éste (refiriéndose al Señor) y sus discípulos también fueron invitados-, citando el pasaje evangelico.

Un Jesús que nos manifiesta

“A un Dios profundamente cercano; es como si el Señor nos ha estado insistiendo a través de su Palabra y a través de todas sus celebraciones que Él es como uno de nosotros, menos en el pecado (lo sabemos); pero es como una insistencia de poder entender, saber, sentir que el Señor está con nosotros, entre nosotros, como uno de nosotros, que no le miremos a Él como un extraño”.

Yo me atrevería a decir, dijo el obispo –  “incluso, que el Señor quiere que no le miremos a Él como alguien excepcional, el Señor quiere que le miremos como lo que Él es: el Dios con nosotros; es decir, Él es pueblo con nosotros, Jesús es pueblo con nosotros. Esto, hermanos, es importantísimo que lo entendamos  Dios es pueblo con nosotros  y así encontramos en diversos pasajes a un Jesús tan normal que se hace invitar a la casa, al hogar, a la familia”, observó.

“Cuando acepta la invitación de Simón-el fariseo, ¿con quién se habrá sentado Jesús a la mesa?, no iba a sentarse con gente desconocida para Simón. Ahí estaban los fariseos comiendo con el Señor, Ahí estaban los escribas comiendo con el Señor y se acerca una mujer de la vida publica, de la vida, es la mujer adúltera y con sus lágrimas comienza a mojarle, a bañarle los pies al Señor, con sus cabellos se los seca y con su perfume se los va preparando, en una figura profética cómo tendrían que hacer (una vez ya el Señor muerto) las mujeres de Jerusalén que iban a perfumar el cuerpo del Señor”

“Y, nuevamente Jesús sometido a la crítica, sometido al juicio, a la murmuración, Simón piensa «si ese fuera un Profeta, sabría que clase de mujer lo está tocando-,  pero ahí está el Señor invitado, dejándose invitar, invitándose, compartiendo, comiendo, festejando, celebrando platicando, dialogando, un Dios como nosotros, un Dios que en la festividad del Señor de Esquipulas (que hemos celebrado), lo hemos escuchado maravillosamente en la cruz, diciendo:  –tengo sed –. Y comentando esta palabra, precisamente en la celebración del Señor de Esquipulas, decía a los hermnaos que me venía a la mente inmediatamente cuando en el pozo se encontró con la samaritana y le dice: –dame de beber –«. Destacó.

Un Dios que tiene sed

“Un Dios que pide agua, un Dios que pide que le den de beber, porque quiere saciar la sed por el cansancio, el Dios que sí tiene amigos y tanto así que (recuerden) sus apóstoles eran amigos, les dice en (Jn 15) «A ustedes ya no les llamo siervos, les llamo amigos». Sin embargo, es un Dios tan normal, que entre todos sus 12 amigos, pues, ¿qué vamos a hacerle?, tenía un amigo amado, entre los 12 tenía un amigo amado, «el Discípulo amado, Juan». Un Dios normal”

“El Señor que amándonos a todos por igual, teniendo también Él el derecho; sin embargo, de tener una amistad especial va a la casa de Lázaro, Martha y María y el Señor visitaba a otras casas, pero es un Dios normal. Resulta que en aquella casa Él se siente complacido, es la empatía, es la sintonía, platicaba con Lázaro, Martha le servía, dándole lo mejor que había en la casa, en el hogar, en la familia, María estaba a sus pies, escuchando su palabra; lo cierto es que el Señor frecuentaba Betania para descansar; de hecho, Betania significa el lugar del reposo, el lugar del descanso, el lugar donde el Señor iba a tomarse unos días con su familia amiga”, refirió el obispo.