El obispo de la diócesis de Matagalpa Su Excelencia Rev. Mons. Rolando José Álvarez L, observó en su homilía, haciendo alusión a las lecturas proclamadas este domingo sobre la riquezas y bienes que “El dinero en sí mismo es bueno, y Podría llegar a ser malo según el manejo y el uso que le podamos dar. El dinero se distorsionan cuando es un instrumento de avaricia y codicia, en el que se busca como atesorar cada vez más y más, Toda costa, incluso hasta llegando a pisotear la dignidad humana de la persona; es una especie de lógica maquiavélica, en la que el fin justifica los medios, y si el fin es sobreabundar en dinero, acumular y acaparar cada vez cada vez más dinero y bienes materiales, sin importar el costo en el que también en otras ocasiones se mira cómo con una insensibilidad de conciencia se despalan los bosques y nuestras bellas montañas que aún nos quedan, como don la creación un atentando contra la vida humana, atentando contra el oxígeno que nos hace vivir, definitivamente se descubre ahí, un maquiavelismo”

 

“El dinero se distorsiona cuando se utiliza para el chantaje, para la coacción, para la compra de conciencia, el dinero se distorsiona cuando se utiliza para la malversación, la corrupción, el desorden, el dinero se distorsiona cuando se obtiene a costa del trabajo, del obrero, del campesino, del técnico, del profesional; cuando no se pagan los salarios justos ni se dan las prestaciones sociales, cuando se utilizan subterfugios o mecanismos engañosos para no remunerar en justicia al trabajador; entonces el dinero se convierte en un instrumento idolátrica, de idolatría”

Sin embargo, el prelado destacó que “En cambio, cuando el dinero es usado, ciertamente, para vivir con dignidad y compartir con los más pobres, con los más necesitados, cuando el dinero se utiliza para la caridad, para la misericordia con los demás, con los enfermos, con los privados de libertad, con los huérfanos, las viudas, con los niños en la calle, con la familia que tiene hambre, sed de educación para sus hijos, necesidad de medicina para no morir, entonces se convierte en un instrumento de salvación, cuando el dinero no es lo más importante en nuestra vida, y se utiliza también para el diezmo dado a los más pobres, o dados a las obras de la iglesia; pienso en nuestros seminarios, en nuestros medios de comunicación social, en nuestros hogares de ancianos, en los comedores infantiles y para los pobres entre los más pobres”, dijo.

 

“Cuando se utiliza para diezmar, para dar su diezmo, el dinero se convierte en un instrumento salvífico que nos alejemos nosotros de un dinero que sea causa de división, como el texto evangélico nos recuerda al inicio aquel problema de herencia que tenían estos. Cuántas veces la herencia, el dinero es causa de trifulcas, de divisiones entre hermanos, con los mismos padres, entre parientes, entre familiares, entre amigos, en las comunidades, ahí, entonces los bienes materiales y esas herencias son un causa de división y por lo tanto de mal”, enfatizó el obispo-

No caer en tentaciones y evitar la avaricia

“Pidámosle al Señor que nos aleje de caer en esas tentaciones, eviten toda clase de avaricia porque la vida del hombre no depende de los bienes que posea. Leo el Catecismo de la Iglesia:  -El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos -. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión  inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también, el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales, en otros términos, que apartemos nuestros de lo que no nos pertenece»

» -Hay comerciantes que desean la escasez y la carestía de las mercancías y no soportan que otros además de ellos, compran y vendan porque ellos podrían comprar más barato y vender más caro. También pecan aquellos que desean que sus semejantes estén la miseria para ellos enriquecerse comprando y vendiendo; se trata entonces de obtener los bienes materiales por medios justos, teniendo de por medio la justicia, la probidad, la rectitud, la honradez, la honra del propio ser que quiere y desea hacer el bien al prójimo -” refirió.

 

En una sociedad tan pobre como la nuestra no pensar en acumular

“No podemos pensar en acumular bienes cuando hay tantos que no tienen qué comer, qué vivir, que deambulan en las calles, que no tienen para pagar un médico, ni comprar sus medicinas, cuántos buenos padres y buenas madres sufren, porque no tienen que dar de comer a sus hijos tantos testimonios dolorosos que: -yo le doy agua con azúcar a mis hijos para que no se acuesten con el estómago vacío , u  otros testimonios: en mi casa sola hacemos un tiempo de comida -; eso sucede en el silencio de muchos hogares la codicia es un pecados, sí, pero, pero es aún peor, cuando nuestro vecinos, tal vez nuestros amigos, no tienen para el sustento diario”

“Salgamos de nosotros mismos, hagamos el bien, compartamos, prestemos los servicios profesionales de forma accesible, honesta, justa, comerciemos sin aprovecharnos de la necesidad ni del hambre, promovamos la  solidaridad entre unos y otros”, instó Mons. Álvarez Lagos.