“Ese hecho vivido por el Profeta Elías, de alguna manera es el reflejo de cada uno de nosotros, pero también es como la imagen de la sociedad de todos los tiempos; por un lado, el Profeta ha hecho camino, la vida de cada uno de nosotros es un camino, ahí vamos andando, también vivimos lo que el Profeta vivió, nadie puede decir que un momento de la vida no ha sentido cansancio, derrota”, meditó Su Exc. Rev. Mons, Sócrates Rene Sándigo Jirón, Obispo de la Diócesis de León, luego de añadir que,”Frente a esa persona que eres tú, que soy yo, que son todos los seres humanos, ante esas sociedades decaídas, golpeadas, frustradas, a ese sin salida, qué hacer; la respuesta de Dios es hermosa -¡levántate y come!- y… ¿qué es lo que vamos a comer?, ¿Qué alimento es el que nos va a hacer capaces de levantarnos de nuestras frustraciones, caídas, limitaciones? Ese pan es Cristo”, aseguró.

“La verdad es que el Profeta Elías ya no quiere más, está reflejando nuestra vida. Cuántas veces tal vez nosotros amanecemos derrotados y en circunstancias difíciles más, pensemos a cuántos, una inestabilidad social, una pandemia como esta los ha hecho sentirse vencidos derrotados; pensemos cómo se siente quien ha vivido un golpe duro.

 

El obispo refirió que muchas veces  experimentamos situaciones difíciles como la circunstancias tristes de la muerte del niño acaecido en trágico suceso en un autobús, la pandemia, enfermedades como el cáncer, entre otras situaciones y surge  esa actitud del Profeta –Señor, ya no quiero seguir más, no más, no más-; pero que bonito hermanos, esos sentimientos, a veces de frustración, de caída de que -Ya no quiero seguir más –  se convierten en oración porque ese llanto, ese dolor, esa frustración, ese reclamo del Profeta y de tanta gente que lo hace, Dios lo escucha y, la respuesta es hermosa, la respuesta es bella”

“El Señor le dice a Elías: ¡levántate y come!  estás delante de una respuesta hermosa; en efecto – se levantó el Profeta, comió – dice el texto «recobró fuerzas para seguir andando 40 días más hasta llegar al Monte Horeb, donde está Dios», – el alimento lo fortaleció – para seguir adelante 40 días y llegar hasta el Monte Horeb, que es salvación, es sinónimo de plenitud”.

 

 

“Muchas veces, repite, incluso, ante las críticas de aquellos judíos religiosos que dicen ¿cómo es posible?, ¿a caso no es sus parientes esos que viven ahí?. Él repite «-Yo soy el pan de vida, el que come de este pan vivirá para siempre-. El mismo Cristo te dice: – ¡levántate y come-«”, insistió.

El obispo de León dijo que “La mesa está servida y Jesús diciendo: ¡levántate y come!. Es una invitación abierta, gratuitamente para alimentarnos”, tras mencionar los nombres de las parroquias y Santuarios de toda la diócesis. “  Vamos ahí y empezamos a escuchar la Palabra, que hermosa Palabra, que bonito y sabroso sonó al oído de ese hermano que está detrás de esa pantalla con el oído puesto escuchando, que rico suena a los oídos, al corazón de ese hermano caído, que sabroso le está sonando a esa familia que perdió a ese ser querido, que rico le está sonando esa palabra que Dios le dijo a Elías ¡levántate y come!. “instó el eclesiástico.

Mons. Sándigo Jirón refirió que en estos  días, en los que están haciendo el novenario a la Virgen de la Asunción, han tenido la posibilidad “Mostrar a una Virgen en Dogma tan hermoso como es el de la Asunción, motivando a tantos hermanos que están con nosotros para que no se queden a mitad de camino, para que no se trunquen, para que no desanimen, para que se levanten y coman; de tal manera, que como ella, como la Reina y Señora también seamos asuntos hasta el Monte Horeb hasta la salvación plena”, indicó.

El Prelado dijo que la  Virgen con su presencia en tantas Parroquias, también esta  aquí entre nosotros “Nos está  diciendo: No te quedes hijo, no te quiero perder, no quiero estar en el cielo sin tí; y, por eso te ofrezco mi auxilio, mi socorro, mi protección, mi amparo, te ofrezco mi vida porque tú fuiste encomendado a mí aquella tarde de calvario cuando mi hijo desde la cruz me dijo: he ahí a tu hijo. Y, ese hijo somos nosotros, a nosotros nos encomendó. Y, la Madre como su hijo Jesucristo no quiere que se pierda ni uno y por eso al hijo desanimado, al hijo frustrado, al hijo caído, al hijo que como Elías le está diciendo Dios ya no quiero más vivir, ella extiende la mano”, expresó.

“Queridos hermanos, no dejes que ese manto de la Virgen se quede sin tu mano, dejémosle entrar a nuestros hogares para que nos proteja, nos guarde con su amor materno y nos rescate, de tal manera, que como Elías nos levantemos y comamos para caminar hasta la gloria eterna”.